JUAN ÁLVARO CASTELLANOS | El Nuevo Siglo
Jueves, 25 de Octubre de 2012

Televisión pública

 

La declaración de Gobierno y guerrilla al iniciarse en Oslo Noruega, el proceso de paz, dejó al descubierto la necesidad de cumplir con más énfasis y a fondo, principios de comunicación pública, al margen de la labor legal y de libre derecho de los medios privados, para emitir información, analizar y recoger opinión sobre acontecimientos de interés general.

Con rigor en la palabra, seriedad y cumplimiento a lo prometido, el jefe de la misión negociadora de Gobierno, Humberto de la Calle, hizo su intervención como se esperaba, resaltando respeto y prudencia, como se había previsto, para las conversaciones y la divulgación de los contenidos de la apertura.

El escenario cambió el equilibrio de contrastes que se percibía en la pantalla, entre los dos polos opuestos y, suscitó rechazo, al advertirse que Márquez tenía preparada una diatriba.

En el momento de ocuparse con mayor atención, al tema económico, por la conformación de los grupos de inversión y capital accionario en el cuadro financiero del país, las reacciones en televisión privada, no se hicieron esperar.

Una cosa es condenar los calificativos, a quienes encabezan la plataforma económica, y otra, pretender que para acallar esos conceptos marcados con crudo resentimiento social, se interrumpa en los canales privados la transmisión desde el sitio y, se aproveche de inmediato, para hacer comentarios sobre lo expresado por el trasnochado documento guerrillero.

Un fenómeno con iguales características se advirtió en la rueda de prensa. Al corresponder a Márquez y sus acompañantes, responder inquietudes de la prensa internacional, hubo las mismas interrupciones, supuestamente para bajarle el tono al mencionado personaje.

El proceso de paz, por encima de todo, impone dejar las dos posiciones al aire, como marco de referencia para responder al auditorio ciudadano.

Esa señal de televisión pertenece al Estado y está adjudicada a particulares, a quienes fija derechos y también obligaciones. Se dirá que cada quien hace televisión privada, a su manera, y defiende la honorabilidad de sus propietarios como mejor lo considere. Eso es cierto.

La observación no pretende defender conceptos del siglo pasado, expresados por el vocero del otro lado de la mesa.

La otra cara, muestra que es a RTVC, organismo de Estado, a quien corresponde, promover con anticipación que en uno de sus canales, emitirá    toda la transmisión para aportar una visión exacta, del  más importante episodio de la Colombia actual.

La televisión pública reclama su  verdadera razón de ser. Ratifica la importancia de su presencia estatal, en La Habana, de manera independiente de las señales de TV privada.