JUAN DANIEL JARAMILLO ORTIZ | El Nuevo Siglo
Domingo, 6 de Noviembre de 2011

Economía del conocimiento

La  propuesta de trabajar a partir del próximo 1º de enero en una economía regional basada en el conocimiento hecha durante su campana por el alcalde electo de Bogota, Gustavo Petro, tiene trascendencia enorme. Es sorprendente que no hubiera sido examinada por sus contrincantes, bien para alinearse con ella y enriquecerla, o controvertirla.
La economía del conocimiento, más conocida hoy por su nombre en lengua inglesa knowledge based-economy es, como se sabe desde que Peter Drucker acuñó el término hace varios años, la producción y gerencia de conocimiento. Una economía que tiene como insumo esencial el factor representado por capital humano cualificado.  La tesis no es nueva.
Sin embargo, lo  ocurrido durante los últimos 25 años con las economías edificadas en el conocimiento, no predicho por la teoría económica tradicional ni por el propio Drucker, sí obliga a abrir los ojos pues los países y las regiones que han erigido su estrategia en el conocimiento han tenido fuertes tasas de crecimiento y evolución muy favorable en la distribución del ingreso.
El advenimiento de la economía basada en el conocimiento viene planteando una distribución espacial de la actividad económica entre países y dentro de ellos. Se conoce hoy el funcionamiento de una paradoja: regiones en apariencia ‘resbalosas’ (donde difícilmente se predeciría el anidamiento de una operación económica pujante) terminan reteniendo -con altísimos rendimientos-  y multiplicando procesos productivos de punta tecnológica. Cuando estas actividades son intensivas en conocimiento emergen concentraciones motrices (clusters) dentro de áreas espaciales limitadas. Es lo que está ocurriendo en Bangalore (India), Escocia (Reino Unido), Baden-Wurtemberg (Alemania), Triángulo NC (EE.UU.), Monterrey (México) y Ciudad de Panamá, para citar casos escogidos.
Se ha establecido (a este postulado llegaron investigadores encabezados por John H. Dunning) que dos factores, origen geográfico de un lado y maestría y funcionalidad de conocimiento útil de otro, tienen mayor impacto dentro del patrón cambiante del desarrollo que los elementos tradicionales de la localización y la especialización insinuados por el análisis económico tradicional.
La evolución de los nexos entre geografía de la actividad económica y nacimiento de la economía fundada en el saber dejan en claro ciertas verdades: las ventajas comparativas, en su acepción clásica, han mutado; la función de producción ha variado también al haber irrumpido con vigor una atadura bien íntima entre conocimiento y rendimiento productivo;  vienen gestándose, dentro de este esquema, excedentes de conocimiento (spillovers) como también sinergias de firmas nuevas a universidades y escuelas tecnológicas.
El reto competitivo está transformándose radicalmente ante la aparición de acuerdos de libre comercio (Nafta, Mercosur, TLC) y las regiones o ciudades-regiones enfrentan la obligación de diseñar su posición dentro del nuevo mapa global para proyectar su nueva ventaja comparativa. Juegan en simultaneidad dos fuerzas parejas: regionalización inteligente e integración por bloques. El balance entre ambas está determinado por la intensidad y fluidez del conocimiento útil y los grados de conectividad informática y movilidad.
Se trata de estructurar, desde los distintos niveles de gobierno local, una predicción de política pública regional en asocio del sector privado. Es lo obtenido ya con éxito en Lombardía, Escocia y Ródano-Alpes.
El alcalde Petro tendrá que introducir reingeniería firme en su gobierno (Secretaría de Desarrollo Económico) para que se destine un ente a la tarea de formular planeación económica, impulsar recursos y finalmente orientar un modelo de desarrollo para Bogota. A disponer gobierno fundado en dinámicas innovadoras de conocimiento y con voluntad colectiva de competir regional y globalmente.