JUAN DANIEL JARAMILLO ORTIZ | El Nuevo Siglo
Lunes, 18 de Agosto de 2014

De excepciones e historia

 

ALGÚN  rasgo peculiar, indefinido aún, del temperamento colombiano hace que vivamos despojados de memoria. La amnesia colectiva nos hace trasegar como si estuviéramos amaneciendo en el primer día de la creación.  En individuos esta suerte de vivencia ha sido llamada el teorema de Faulkner. En sociedades y países se trata de una disfuncionalidad nacional que va dejando costo bien alto. En nuestra alucinación dentro del presente perpetuo y el futuro prometido que jamás llega se nos escapa nuestro movimiento dentro del ritmo de la historia.

Por esta razón estamos haciendo cartas políticas desde que ganamos la independencia de España. En 1991 se proclamó una Constitución que señalaría el curso de navegación para tres o cuatro generaciones. En la primera legislatura se reclamaban ya reformas de fondo. El mesianismo constitucional y legal, como lo bautizó Diego Uribe Vargas, se proyecta en toda la sociedad. El mundo está por hacerse y ensayaremos nuestro genio, es la máxima que lo preside todo. Así, encontramos a lo largo y ancho de nuestro país obras inconclusas y monumentos a la desidia. No sabemos prolongar nada. Aquí triunfa cotidianamente, sin grandeza, la Revolución Francesa y día tras día muere también Burke.

Cada época revisa su concepción del pasado para que se ubique en el contexto del presente y el legislador o el administrador público identifica los hechos que soporten esta interpretación. Esto ocurre en sociedades institucionalmente evolucionadas y ello implica una continuidad dentro de los cambios políticos. En Colombia, el canciller, ministro, gobernador o alcalde se inscriben en el precepto de la tabula rasa: nada existió y hay que crear o reformar ya.

Colombia es tierra fecunda para repetición monótona. Y la admonición dura de Virginia Woolf se cumple en su integridad: “todas las mentes vivas inteligentes son iguales, empezando con el mismo Platón. Lo que las distingue es la habilidad para poner juntas y en perspectiva histórica todas las piezas dentro de un mismo arte o ciencia”.

La historia es ni más ni menos que trabajo humano en acción activa. También testimonios como un edificio o una escultura. Ninguna de estas dos concepciones es válida entre nosotros. Se trata de basura no reciclable que es preciso desaparecer.

Y esto, reciclar con ingenio, porque las posibilidades de creación institucional o de política pública son ya exiguas en este punto de la historia humana, es lo que hace hoy quien formula con éxito política pública. En EE.UU., Japón o Alemania saben el aforismo de Orwell: quien controla el pasado controla el futuro y quien controla el presente no controla el futuro.

Colombia presentó, por ejemplo, excepciones de competencia al procedimiento instaurado por Nicaragua en materia de plataforma continental extendida. ¿Qué se dijo por el primer grupo de abogados que estudió objetivamente el tema entre 1995 y 1997? ¿Cuál es la dinámica jurisprudencial en relación con la afirmación de competencia por parte de la CIJ? ¿Qué evaluaron sobre ello los dos únicos abogados internacionalistas que se sentaron en la comisión nacional designada por el actual gobierno para aconsejar la respuesta de Colombia a la sentencia desfavorable de noviembre de 2012?

El elemento histórico fue calificado en editorial reciente de Harvard Business Review como recurso natural, gerencial y de política pública, además de fuente de tecnología y conocimiento aplicado. Dentro de una situación que envuelve los más altos y queridos sentimientos colombianos es de rigor adelantar el análisis pertinente. Dentro del marco de respeto y amabilidad.  Sería  la oportunidad preciosa, además, para abrir las puertas al diálogo en medio de los enfrentamientos intra-establecimiento. E instante propicio para reparar nuestra malformación temperamental.