Juan Daniel Jaramillo Ortiz | El Nuevo Siglo
Domingo, 19 de Junio de 2016
Ceses unilaterales no operan
 
Es necesario agradecer al presidente Santos la franqueza con que ha hablado al país: las Farc han venido preparándose durante el cese unilateral para provocar golpes mortales en centros urbanos. Sus palabras revelan una vez más la improvisación e irresponsabilidad con que los jefes negociadores Humberto de la Calle y Sergio Jaramillo Caro han venido dirigiendo este proceso: violaciones al derecho internacional, manipulación  de la Constitución, desdén a los derechos de las víctimas, entrega de la institucionalidad. 
 
Se ha dicho reiteradamente en esta columna: ceses al fuego de naturaleza unilateral, así sean coincidentes, son inanes. La experiencia histórica es clara y contundente: son utilizados por las fuerzas rebeldes para fortalecer su capacidad ofensiva en caso de reanudación de hostilidades. 
 
El cese bilateral, debidamente monitoreado y verificado, ha debido quedar en firme hace varios meses como excepción a la regla de que ningún acuerdo será formal hasta que la totalidad lo sea. Esta es la válvula suicida de escape que el gobierno le dejó plantada a la institucionalidad. El propio Santos lo está admitiendo.
 
Sólo un cese de fuego bilateral que reconozca anticipadamente el riesgo de actividades que forman parte inherente de la dinámica rebelde puede ser exitoso. Así se ha advertido en los últimos 20 años en conflictos tales como el de Irlanda del Norte y la antigua Yugoslavia. Es esencial prospectar límites estrictos verificables a reingenierías bélicas pero muy en particular a competencias y habilidades de tipo terrorista.
 
El cese bilateral es, como se ha dicho, una amplia sombrilla bajo el comando y control de un cuerpo conjunto de coordinación y manejo. Suspensión de estrategia y táctica ofensiva es inconducente sin la existencia de una estructura que englobe funciones de comando, control monitoreo y verificación. Por esta vía se llega finalmente a desmovilización y desarme. Es un proyecto colaborativo que construye lo que se denomina en negociación bélica high trust endeavor [tarea de alta confianza]. Así, la las trampas mortíferas–como la revelada por Santos- evasiones habilidosas y planes alternativos para ganar quedan descartados.
 
El cese del fuego no debe ser una instancia que una de las partes trate de ganar. Los ceses unilaterales tienen esta propensión, como se ha comprobado una y otra vez. Por esta razón tenemos a las Farc en este preciso instante planeando atentados como el ocurrido en el Club El Nogal y evaluando qué número de muertes violentas le conviene más.
 
El presidente Santos se encuentra en aciago estado de pánico en paroxismo. No hay que dudarlo. La logística emotiva del miedo, sin embargo, lleva indefectiblemente a la derrota. Hitler aglutinó a  alemanes frente a sus gritos despavoridos que anunciaban tanques franceses y austríacos en las fronteras. Bush II tiene a EE.UU. en la más difícil coyuntura internacional por anunciar armas de destrucción masiva en Irak que jamás se hallaron. En la antigua Grecia, los líderes atenienses creyeron encontrar la fórmula para subyugar a los ciudadanos de la incipiente democracia con admoniciones terroristas de que pronto Esparta invadiría. En los tres casos, el miedo difundido por los líderes para dominar terminó provocando un debilitamiento de la fibra de resistencia que allana el triunfo.
 
El presidente Uribe hizo lo contrario: elevó la moral colectiva dejando ver a sus compatriotas que era viable imponerse. Un cese bilateral es posible, no como suspensión de fuerzas simétricas en confrontación sino concesión  deseosa y perseverante de la legitimidad a la insurgencia dentro del propósito de inserción en los canales de la institucionalidad.
 
Las Farc se están rearmando para asesinar inocentes a sangre y fuego en ciudades y municipios. Se dejó avanzar el proceso de paz sin norte jurídico-internacional, con golpes a la Constitución, con cese al fuego unilateral no monitoreado y no verificado. El reconocimiento de un hecho de semejante gravedad nacional tiene que ser seguido con la suspensión inmediata de los pactos simoníacos de La Habana.