JUAN DIEGO BECERRA | El Nuevo Siglo
Domingo, 13 de Julio de 2014

Resaca mundialista

 

SI  hace algunas semanas estábamos viviendo de una compleja resaca poselectoral, hoy apenas estamos ad portas de despertarnos de una resaca generada por los éxitos de la Selección, una felicidad exacerbada en un país que hacía rato sólo sufría con su fútbol, gracias a un argentino que extrañamente ha sido de los pocos que nos ha convertido en nación, a pesar de ser sólo patriotera. Y cuando despertemos el golpe va a ser duro, como si no hubiésemos sabido que pasó en este mes de mundial, con lagunas, quizá con James con balón de oro, quizá sin Procurador, sin Andrés Felipe, quizá con Uribe diciendo que no va a posesionarse.

No puede decirse que no fue una buena razón para hinchar el corazón de orgullo el ver tantas camisetas en la calle, tantos abrazos espontáneos, tanta felicidad en medio de los mismos problemas de siempre. Pero fue cómo haber vendado a 46 millones de personas. Como si hubiésemos dejado de ser colombianos para convertirnos en hinchas, como si el país se hubiese reducido a 23 muchachos y un balón, como si los problemas sólo estuviesen en la defensa, en las amarillas para el próximo partido.

Y como no es raro entre nosotros colombianos el problema terminó siendo el árbitro, y por eso celebramos los goles de Alemania,  nos sentimos orgullosos de nosotros en cuerpo ajeno, y celebramos a rabiar que podíamos vengarnos. Porque no fue suficiente que nosotros hubiésemos llegado tan lejos, a una fase que nunca nos hubiésemos imaginado antes. Queríamos además vengarnos porque sí, porque esos somos nosotros y nos encanta encontrar culpables.

Pero este mes de mundial no unió al país como nos han querido pintar los medios. No creó una colombianidad, ni nos hizo mejores ciudadanos, ni solucionó alguno de los problemas que tenemos. Pero nos hizo soñar, como lo logró Nairo, como lo logró Rigoberto, como lo logró Mariana. Y aunque la resaca nos traerá muchos dolores de cabeza, al menos los tenemos ahí. Volvimos a tener héroes, de esos que la política no nos entrega, que nos han robado a punta de corrupción  y mediocridad.

A partir de mañana volveremos a hablar de Petro, de las Cortes, de los miles de millones que aún están perdidos. Y Santos volverá a ser villano cuando no tenga la camiseta y Uribe el mismo peleador de siempre. Pero Pékerman será candidato eterno a una Presidencia que nunca va a ser, pero que al menos nos puede volver a hacer soñar con una celebración como la que nos regalaron esos 23 muchachos.

@juandbecerra