JUAN DIEGO BECERRA | El Nuevo Siglo
Domingo, 17 de Junio de 2012

Futurología inútil

A veces las respuestas son innecesarias. Hoy nadie tiene claro el futuro de la ciudad y parece que mucho menos el alcalde Gustavo Petro.

Aunque todo el mundo se pregunta qué es lo que realmente quiere, parece que la lejanía con sus colaboradores empieza a pasarle factura, su falta de experiencia administrativa comienza a salir a flote y su narcisismo a ser parte de la realidad de un aparato distrital que parece desdibujarse bajo el manto mesiánico que otrora Petro tanto criticaba del expresidente Álvaro Uribe. Incluso ha dejado de ser tan activo en Twitter como en los primeros meses de gobierno, como si la responsabilidad empezase a castigarlo.

Hablar del futuro de la ciudad hoy es tan difícil como adivinar los números del Baloto. Creo que nadie duda de sus buenas intenciones y de su propósito de cambiar la ciudad, pero en la práctica ese parece un discurso tan lejano y equívoco como lo fuese en algún momento el que manejaba Samuel Moreno. Parece que reduce sus actuaciones a lo coyuntural, a aquellas cosas que le causan mayor impacto en su ego intocable, dejando de lado los verdaderos problemas de la ciudad.

No parece posible el cumplimiento de su plan de desarrollo. No parece siquiera alcanzable su plan con respecto a la movilidad de la ciudad. Parece querer ser más faraónico que Peñalosa, más administrador que Castro, más irreverente que Mockus. Parece querer acabar con la historia de la ciudad para volverse él el único, el irremplazable, el punto de partida. Y el problema radica en que siete millones de bogotanos no podemos simplemente dejar acabar el mundo construido, aunque nunca hubiese sido suficiente.

A Petro le está ganando su arrogancia, tanto como para terminar solo. Parece que quiere más seguidores que equipo de trabajo, parece que se olvida que tiene una responsabilidad, no un derecho. Las comparaciones nunca son buenas, pero verlo hoy recuerda al expresidente Uribe cuando decidió que tenía que lograr su reelección, olvidándose de las cosas que realmente tenía que hacer.

A veces las respuestas son innecesarias. Cuando alguien pregunta por el futuro de Bogotá es mejor mantener un incómodo silencio y no comprometerse con ninguna opción. El Alcalde Mayor de la capital se ha convertido en un salto al vacío que nadie entiende. Los bogotanos hoy estamos perdidos entre una extraña forma de populismo y una carrera maratónica hacia lo desconocido. Señor Alcalde, por favor, conviértase en una guía,  no nos decepcione más.

@juandbecerra