JUAN DIEGO BECERRA | El Nuevo Siglo
Domingo, 28 de Abril de 2013

La decisión sobre las decisiones

 

Si  tuviese que contar a mi hijo un capítulo triste sobre la historia de este país, creo que a mi mente vendría lo que ocurrió esta semana en el Congreso de la República con el espectáculo bochornoso en torno del matrimonio de las parejas del mismo sexo. Quedó en evidencia que los poderes públicos son una representación de los intereses personales de quienes los ocupan, que no existe independencia por parte de los legisladores, que en medio de un mundo que viene cambiando ante nuestros ojos con una velocidad increíble, preferimos ponernos una venda.

Considero que no existe justificación alguna para decir que los legisladores o la Iglesia Católica o la Procuraduría tienen derecho para decidir sobre las decisiones de otras personas. Nadie tiene derecho a opinar siquiera sobre las acciones que cada persona desea tomar, aún menos como si fuese una decisión de Estado. Frente a la ley un matrimonio es la unión de dos individuos, es un contrato civil que nada tiene que ver con convicciones religiosas. Respetable la posición de la Iglesia Católica de no generarlo bajos sus principios y en sus templos, o en cualquiera de las diferentes expresiones del cristianismo dentro de los suyos, pero allí debería terminar su ámbito de influencia.

Es por eso que no puede más que asombrar que una institución como la Procuraduría hubiese terminado al servicio de las convicciones de su actual representante. Y aún menos que siendo un órgano de control tuviese un representante “vigilando” las actuaciones de los congresistas que estaban presentes en el Capitolio. Más allá de las convicciones personales de cada uno, Colombia merece más que un poder que pretende dominar ideológicamente a partir de las convicciones religiosas de unos cuantos.

Pero palabras sobran para describir la debacle de la mayoría de los legisladores que tuvieron en sus manos el debate. Digo la mayoría porque al menos hubo posiciones claras desde el principio por parte de algunos partidos que manifestaron su posición en contra de la iniciativa pero se mantuvieron en el mismo, y eso también es respetable dentro de una sociedad. Debacle de todos aquellos que frente a las cámaras sonreían para ganar favores pero en el momento del voto fueron en contra de sus mismas palabras.

A mi hijo le diré que este es un capítulo triste de nuestra historia porque de nada sirve decir que estamos en el siglo XXI cuando no hemos aprendido a escucharnos y a vernos como iguales, manteniendo aún el yugo que otrora hubiese condenado a este mundo a quemar gran parte de su historia por no haberla considerado a su altura moral.

@juandbecerra