El mundo está loco, no cabíamos en casa y parió abuela, ahora reaparece en Charlottesvile la organización anacrónica creada a finales de 1865, después de la guerra de Secesión, enemiga de la abolición de la esclavitud, defensora de la supremacía de la raza blanca, la comunidad de las hogueras y la quema de cruces, la de los Caballeros Leales de la Camelia Blanca con sus extrañas túnicas y sombreros de pico congregada en marcha violenta contra los inmigrantes, enalteciendo a los norteamericanos de nalgas rosadas.
Durante el siglo XX grupos intransigentes actuaron con violencia amparados en esa denominación, pero sus esfuerzos para mantener desigualdades fueron rechazados inclusive por Superman en la serie en blanco y negro que pocos recuerdan con audiencia extendida en el territorio de la Unión, el fenómeno se disolvió.
Cierto que durante la campaña se aceptaron votos de los energúmenos y conocemos los resultados de la investigación adelantada por la Universidad de Notre Dame, con la conclusión de que hubo un número alto de sufragios a favor de los Republicanos motivado en este apoyo, pero el candidato jamás admitió que fuese vocero de los encapuchados y por fortuna como Presidente ha corregido su declaración inicial culpando de lo sucedido a “los terroristas de izquierda’”
Los valores sociales, la igualdad de razas, la libertad de credos, el respeto por los derechos humanos, son conquistas reconocidas de los Estados Unidos, forman parte del acervo democrático y no están en peligro; pero con los problemas que afectan al planeta, frente a las rabiosas embestidas de Isis - la más reciente en la rambla de Barcelona- intranquiliza el brote de insensatez de Virginia que ocasiona rechazo colectivo.
Carece de sentido mencionar en grandes titulares los nombres de personas que no merecen ser tenidas en cuenta elevándolas a la jefatura de un inexistente nuevo fascismo. Lamentable el episodio que comentamos, no obstante erróneo afirmar que por esa marcha de exaltados abucheada por transeúntes, con el resultado de tres personas muertas y varias heridas, nos encontremos ante un fenómeno de masas a favor de la discriminación en el país del norte. El señor Trump, eso sí, debe caer en cuenta, del efecto de sus palabras, cuidarse de cometer imprudencias criticadas aún por sus amigos empresarios.
Observamos que merced a la tecnología, al uso del internet, de las redes sociales, un suceso doméstico que si hubiese acontecido en el siglo XIX se consideraría desgraciado enfrentamiento local, traspasa fronteras, adquiere dimensión orbital en este mundo globalizado. La difusión, el tratamiento de la noticia, merecen análisis especial en nuestro tiempo, de su presentación dependen acontecimientos de distinta índole, se agita la gente y alteran las mentes.