La aparición de fiebre aftosa en Tame y Yacopí, hipotéticamente asociada con el contrabando de Venezuela a pesar de estar ubicados estos dos municipios a cientos de kilómetros uno de otro, motivó la activación de los controles a lo largo de la frontera con el vecino país del cual, a propósito, no hemos conocido algún pronunciamiento oficial sobre la materia, e hizo redoblar también por instrucciones del gobierno colombiano, los esfuerzos para el rastreo y supervisión del transporte de ganados en el interior del territorio nacional, incluida la socialización del sistema de información para la expedición de la Guía Sanitaria de Movilización del ICA.
No obstante, el asunto va más allá, hemos perdido nuestra condición de país libre de aftosa por vacunación, mientras no se confirmen plenamente las causas y se diligencien los protocolos para volver a ser reconocidos.
Luego habrá que recuperar los mercados internacionales de carne y de productos lácteos, perdidos a raíz del percance.
Así mismo, es imperativo determinar si el manejo de la vacuna fue el adecuado tanto en su distribución, almacenamiento, expendio, trasporte, conservación y aplicación.
Ya lo habíamos dicho en otro escrito: "animal que haya sido oportunamente bien vacunado, lo más seguro es que no padezca la aftosa, salvo que haya problemas en la manipulación del biológico, pues la vacuna garantiza un margen de seguridad alto."
De otro lado, es del resorte de los científicos dirimir las dudas técnicas.
Entiéndase que a nivel mundial existen siete serotipos del virus de Fiebre Aftosa inmunológicamente distintos: O, A, C, SAT 1, SAT 2, SAT 3 y Asia 1 y más de 60 cepas dentro de esos mismos serotipos.
Un determinado serotipo no confiere ninguna protección cruzada contra otros serotipos del virus.
La vacuna de fiebre aftosa aplicada en nuestro país, contiene el serotipo O (Cepa O1 Campos) y el serotipo A (Cepa A24 Cruzeiro), los cuales coinciden totalmente con el serotipo y la cepa infectante en Colombia.
No obstante, los expertos son los idóneos para hacer el seguimiento técnico a estos brotes de la enfermedad y así como controlar su difusión.
Ellos tendrán que caracterizar las cepas que están circulando en los brotes, y establecer si la cepa de virus O que se presentó en Tame es la misma de Yacopí para poder determinar su probable origen y evolución.
También deben monitorear la población animal bajo riesgo para la presencia y transmisión del virus y determinar el nivel de inmunidad que tiene la población bovina contra esta enfermedad; medidas entre otras, que hacen parte de una vigilancia epidemiológica permanente y fuerte para poder recuperar dicho estatus sanitario ante la OIE.
Así las cosas, éstas son tareas del resorte de los profesionales en la materia, técnicos y científicos, los cuales requieren de conocimientos y experiencia superiores a los del común de la gente.
Por eso, hay que dejar en claro que no debe distraerse la atención con el protagonismo político, que en nada contribuye a la verdadera solución que se requiere; ni desviar la atención buscando culpables al menos por ahora cuando la urgencia apremia y existen otras posibles causas asociadas con el mismo virus y sus posibles variaciones.
Este es un asunto delicado y serio cuya solución no está en los discursos, ni en la dialéctica de los debates políticos en el Congreso de la República plagados de inexactitudes y con otras intenciones.
¡La aftosa es un tema técnico...!!!