El presidente de la Academia de Historia de Cartagena, Jorge Dávila-Pestana Vergara, convoca a un congreso en honor del estadista Rafael Núñez a 130 años de su muerte. El rey Felipe II pretendía ver desde El Escorial las murallas de Cartagena de Indias por los enormes gastos que demandaba su construcción, puerto famoso por el valor de sus gentes. Su arquitectura en la zona antigua muestra los signos de esplendor que hicieron que los más codiciosos piratas quisieran asaltarla y saquearla. En la ciudad Heroica se encuentran hombres de espada y de sotana, caballeros criollos y españoles y personas de toda condición que la defienden.
Simón Bolívar, cuando el Imperio Español no se había desgarrado, en su famoso manifiesto de Cartagena se dirige a los granadinos para mostrarles el cúmulo de errores que impulsan a Venezuela a la derrota bajo el mando militar del famoso héroe Francisco de Miranda. Cartagena, en esos momentos era la capital del federalismo hirsuto y romántico, que había dividido a la Nueva Granada y la incendia en guerra civil suicida. Don Antonio Nariño, denomina esa etapa triste y fatal como la patria boba.
El mensaje de Bolívar a los granadinos es el análisis descarnado y elocuente de los errores cometidos en Venezuela, de los cuales el caraqueño era en parte responsable y que sería un suicidio volver a repetir, puesto que empujan a Caracas a la perdición y el joven coronel debió salir por mar con peligro de su vida y sin poder llevar a su amada Pepita Machado, quien no alcanza a llegar para viajar juntos y que tristemente morirá más adelante, cuando ingresa a la Nueva Granada en trágica búsqueda del héroe. Bolívar en Cartagena proclama la necesidad de forjar una democracia vigorosa, con un Estado fuerte, crear un ejército profesional y darnos las leyes que reclaman los tiempos turbulentos para conseguir la libertad, el bienestar, la paz y el orden.
Esos recuerdos y muchos más asaltan la memoria de los viajeros que arriban a la Ciudad Heroica, que le rinden homenaje al valor de tantos héroes cartageneros que dieron su vida por la libertad y las leales mujeres que los animaron. Los más memoriosos o que han leído el escrito de Don Lino de Pombo, se enteran que Antonio José de Sucre, el futuro mariscal Sucre, lucha en ese puerto y arriesga su vida, al tiempo que, al estilo generoso de su estirpe, defiende a los maestros españoles que trabajaban por restañar las murallas y exige respeto por su dignidad personal. Bolívar y Sucre logran escapar en embarcaciones amigas casi de milagro del sitio que sufre la ciudad por cuenta de la Flota de Guerra española, dirigida por el famoso almirante Enrile, quien se toma la ciudad a sangre y fuego.
Sabemos que años después un chiquillo de 5 años fue llevado por su padre, el coronel Francisco Núñez, admirador de Bolívar, a presentarle el chaval. El ilustre caraqueño estaba en Cartagena enfermo y por abandonar estas tierras, minado por el desengaño y la traición que por milagro en el asalto septembrino no lo elimina en Bogotá. Por unos instantes observa al chiquillo sentado sobre sus piernas y le toca la cabeza, quizá atraído por su mirada inocente. Entonces, le dice al coronel: cuídelo, cuídelo mucho que este chico un día puede llegar a ser muy útil a Colombia.
Por esas cosas del destino, Rafael Núñez como político y estadista civilista, rescata en gran medida los principios bolivarianos. En medio de la terrible guerra civil y de independencia que libra el caraqueño, tiene la obsesión del orden, que concibe mediante una constitución política que le dé el mayor poder posible al gobernante y le permita ejercerlo el tiempo necesario para aclimatar en estos países la democracia. Bolívar escribió cinco o más constituciones, incluida la de Bolivia. Núñez, en su famoso mensaje a los delegatarios que aprueban la Carta del 86, les dice como debe ser la Regeneración de Colombia bajo el imperio de la ley, la unión de fuerzas políticas afines, militares y religiosas de orden. Hoy, en medio de la violencia, del terrorismo imperante y el caos generalizado, esos principios de tan notables estadistas se deben rescatar para regenerar de nuevo al país mediante el desarrollo dentro del orden, la justicia y el buen gobierno.