La desintegración nacional | El Nuevo Siglo
Lunes, 12 de Agosto de 2024

Si bien algunos políticos cuando se dirigen al pueblo hablan de defender la democracia y la libertad, lo cierto es que la democracia entre nosotros vive una de sus horas más aciagas y algunas personas, por desgracia, la única libertad que tienen es la de pasar hambre por carencia de empleo y de oportunidades. Hoy, a dos años de gobierno de Gustavo Petro, la redención social y la elevación del nivel de vida de los colombianos de la base, pasa uno de sus peores momentos. Nadie se explica que Ecopetrol, la primera empresa nacional, que se funda en el gobierno de Laureano Gómez, un dirigente político que entendía del desarrollo, sufra un detrimento patrimonial y toda suerte de problemas, por cuanto al inquilino de la Casa de Nariño se le ocurrió que el país, uno de los que menos contamina en el mundo, debe dejar de explorar y de comerciar el crudo.

La riqueza nacional, en particular la minería en sus diversas formas, no son propiedad del gobernante. Los ciudadanos son los dueños de la riqueza del país y los llamados a defenderla, cuando desde las altas esferas oficiales resuelven atentar en su contra, como en el caso de Ecopetrol. Ese petróleo es clave para conseguir fondos para el desarrollo nativo, lo mismo que muchos de sus accionistas son ciudadanos que han puesto sus ahorros allí para mejorar sus ingresos. Un gobierno que atenta contra una empresa estratégica para el desarrollo nacional está obrando en contra de los intereses del pueblo y empuja a las gentes a perder su inversión o verla muy mermada. Ya las acciones de la empresa petrolera están casi a la mitad de lo que cotizaban cuando se inició el actual gobierno.

La empresa que procesa el petróleo nacional no puede estar sujeta a presiones y decisiones inconducentes que la lleven a la ruina. Gobernar contra Ecopetrol es hacerlo contra el interés nacional. Los colombianos todos, sin distinción de partidos y los que no tienen ninguno, tenemos la obligación de denunciar los malos manejos que tienen a la petrolera en crisis. Cuando el gobierno dice que no habrá más contratos de exploración, los cuales suelen ser dispendiosos y durar un par de años, unas veces con fortuna y otras con inversiones que no consiguen su objetivo y hasta dan pérdida, atenta directamente contra la riqueza nacional, contra la industria y en el caso del alza continua de la gasolina afecta el bolsillo de todos los colombianos, directa o indirectamente.

Aquí abandonamos los trenes, claves para abaratar el transporte, como lo recuerda Pablo Trujillo, un brillante analista que es una  revelación en las letras colombianas, autor del libro ¨Las Grandes Alamedas” donde cita al general Rafael Reyes, en su discurso durante la Conferencia Panamericana de 1901: ¨En tiempos pasados fue la Cruz y el Corán, la espada y el libro, los que hicieron la conquista de la civilización, actualmente es la poderosa locomotora, volando sobre el brillante riel, respirando como un volcán la que despierta los pueblo al progreso, al bienestar y la libertad…y a los que sean refractarios al progreso los aplastan bajo sus ruedas”.

Reyes, tenía alguna autoridad puesto que había construido más vías de ferrocarril que el conjunto de sus antecesores. Aún hoy algunos sostienen entre nosotros que era mejor el transporte en recuas de mulas, dizque por cuanto era más barato para llevar el café de exportación a los puertos.  Reyes incrementa la riqueza nacional e impulsa la industrialización, que requiere tecnología, materias primas y capital. Reyes pensó en grande y procuró favorecer el desarrollo regional. Uno de los mejores gobernantes de nuestra historia.

Petro atenta contra la riqueza nativa, la industria petrolera y la integración nacional, al inmovilizar los soldados en las zonas de violencia, condena a sus habitantes a padecerla, mientras el país va al desastre. Si hoy Colombia tuviese que importar el petróleo y el gas que consume, para mover la industria, el transporte y facilitar en los hogares el bienestar, el progreso nacional caería por el piso. En un país más civilizado un personaje que intenta arruinar a la mayoría de los ciudadanos y dar un raponazo a los ahorros de los particulares, no le dan un golpe de Estado, le facilitan una camisa de fuerza para que no haga más daño a la sociedad.