Hay que decirlo de una vez. El gigantismo burocrático es la fuente de todos los males que afligen al país. Gigantismo es clientelismo, impreparación, improvisación, buscar puesto para las personas y no a las personas para los puestos.
El gremio burocrático ha sido una vieja costumbre en la administración pública colombiana. En el país, las posiciones destacadas y medianas, constituyen muchos casos, el único incentivo de la militancia partidista.
Carlos Lleras Restrepo desde la presidencia combatió con gran vehemencia, pero con poco éxito, el clientelismo político. Los ministerios están parcelados en cuotas, celosamente defendidas por la clase política. “Que tiemblen los porteros”, cuando se cambie a un jefe de cartera. A los cargos de responsabilidad no van siempre los más capaces. Es muy conocido en los mentideros parlamentarios, el siguiente apotegma: el que sabe, sabe; y el que no sabe es jefe.
El tráfico de los puestos públicos lleva inexorablemente al desgreño administrativo y a la deficiencia en el servicio. Se imponen las concesiones, los compromisos, la inmoralidad, los acomodos, la mediocridad monda y lorinda.
En el campo teórico se le asignan muchas funciones al ministerio de Justicia. Orientar la labor legislativa en el campo relacionado con la justicia, imponer una política criminal, organizar técnicamente el aparato judicial y actualizar científicamente las leyes, según las exigencias cotidianas. A pesar de que esto jamás lo ha cumplido, como veremos en seguida, se le atribuyen otras funciones exageradas y desmedidas.
La crisis financiera significó la pérdida de millones de pesos y el despojo y la ruina de ahorradores. Resultaron damnificados gentes de la clase media, inválidos, viudas y ancianos. Sólo cuando se consumió el desastre empezó a legislar sobre los autopréstamos y las astutas manipulaciones de los infractores de cuello blanco. Frente a la ley, el ministerio de Justicia tiene la misma obligación que cumple la Academia Colombiana de la Lengua ante el Diccionario: revisarlo periódicamente para acomodarlo a las nuevas formas de hablar de las gentes. No siempre ha tenido el Ministerio expertos financieros, para que presten su ayuda en la elaboración de leyes represivas en el campo económico. En Europa rigen, desde hace 30 años, los llamados códigos penales para los negocios.
Por manifiesta inoperancia el ministerio de Justicia perdió la “vigilancia judicial”. Jamás se entendió cómo empleados de la rama ejecutiva controlaban a funcionarios del poder judicial.
No sabemos si los que desean que el ministerio de Justicia se fortalezca anhelan reinsertar la vigilancia judicial a esta cartera. Hay que respetar el principio de la tridivisión de los poderes públicos.
En el ministerio de Justicia nada se hizo acerca de dos problemas cruciales: el niño desamparado y el niño que roba, lesiona o asesina. El primero requiere de protección urgente y el segundo debe ser sometido a un proceso de rehabilitación.
El Departamento de Menores, sin pena ni gloria, pasó de Minjusticia a Bienestar Familiar, donde se le ha dado operancia a la ley de protección al menor. ¿Debe Bienestar Familiar ser una dependencia de este Ministerio? No lo creemos.
El actual director de Prisiones acaba de afirmar en la prensa que lo normal es que no se fuguen los presos. Bernardo Echeverry Ossa ha sostenido en repetidos foros en los cuales he participado, que el “Departamento de Prisiones peca de gigantismo”. Recomienda fraccionarlo, desplazarlo de Bogotá a ciertas regiones claves.
En las cárceles se sufre por hacinamiento, ocio y promiscuidad. En nuestras prisiones los buenos se vuelven malos y los malos se vuelven peores. Esta sola sección penitenciaria, le ha quedado grande al Ministerio de Justicia. ¿Y qué decir de la ausencia de anexos psiquiátricos, creados por ley desde hace medio siglo? ¿Por qué no los han construido? ¿Cuál es la política en este terreno en lo referente a prevención, represión - incluyendo la extradición, la que ante un Ministerio imponente quedó en el aire- y rehabilitación? ¿Cuáles son las campañas educativas y de salubridad a fin de prevenir y erradicar en la sociedad colombiana el consumo de estupefacientes? Conviene quitar a Minjusticia esta función y crear un departamento autónomo. Es mejor el especialismo que el gigantismo. El que mucho abarca, poco aprieta.
En posteriores artículos nos referiremos a otros temas de vital importancia, como lo relacionado con la investigación criminal. La cohesión hay que hacerla con organismos técnicos.