Se ha vuelto un caballito de batalla político decir que la Ley 100 es mala, que el sistema de salud colombiano es pésimo; nada de lo cual es cierto. Y claro, no pretendo decir que la salud en Colombia es perfecta, todos sabemos sus problemas: malas EPS, maltrato al personal de salud… Pero como todo, una evaluación del sistema depende de con qué se compare y cuánto nos cuesta.
Hasta 1993 tan solo el 28% de la población colombiana tenía acceso a la salud; con la ley 100, la población asegurada empezó a crecer hasta al 98% (2018). En 1995 sólo el 2.9% del quintil más pobre estaba afiliado a la salud mientras el 60% del quintil más rico lo estaba. Con la Ley 100 pasaron a 83.7% y 92% en 2010. Más aún, el 64% de los ciudadanos que buscaron servicios médicos obtuvieron cita entre los 2 y los 5 días siguientes. Y eso lo hemos logrado con un sistema mixto, con participación del sector público y privado, y garantizando la salud para la mayoría de los colombianos que no tienen ingresos para cotizar. El 45% de los afiliados al sistema pertenece al sistema contributivo y aporta el 12,5% de su salario. El 50,8% de los afiliados pertenece al régimen subsidiado, no paga nada y recibe cobertura en salud.
El sistema, con todos sus defectos, ha probado ser muy adecuado. Un estudio del 2000 de la OMS ubicó al sistema colombiano en el puesto 22 entre 191 países. Una importante publicación como Lancet publicó el índice HAQ que profundiza en la tasa de mortalidad por no acceso eficaz de salud (desde 1990 hasta 2015), nos ubicó de 6 entre 195 paises. The Economist en 2017, nos puso de 16 entre 60, superados sólo por Brasil en Latinoamérica. International Leaving, que basa sus resultados en encuestados, nos ubica en el tercer lugar.
Así que en comparación con la región y le mundo, no estamos tan mal. De hecho, en Colombia se atiende con personal de salud el 99,20% de los nacimientos, sólo por encima está Chile. El 97,2% de las mujeres embarazadas reciben atención prenatal. Fuimos el primer país del mundo en erradicar la oncocercosis, y el primero de América sin circulación autóctona de sarampión y rubeola. Los avances en vacunación se hacen evidentes en la reducción de moralidad de niños menores de 5 años.
El diseño de los sistemas de salud en el mundo es uno de los desafíos de este milenio. El costo del capital humano sumado al equipo tecnológico hace cada vez más costosa la medicina; muy pocos pueden pagar su costo real. Colombia ha venido creando un sistema imperfecto, pero que sobresale entre lo que hay. Muchos aspectos deben ser corregidos, el más notorio es la corrupción.
El sistema colombiano es mixto, puede haber y ha habido EPSs públicas, pero como decía el entonces ministro Alejandro Gaviria, las públicas tienen peor desempeño que las privadas. Además, la corrupción no ha sido exclusiva de las EPSs privadas; son monumentales los escándalos de corrupción en lo público: Caprecom, EPS pública saqueada por los politiqueros; la intervención de Saludcoop por un agente interventor estuvo marcada por corrupción. La EPS Salud Capital del Distrito quebrada por malos manejos, y el carrusel de las ambulancias, de la hemofilia, del VIH… involucraron funcionarios. La solución, propuesta por la izquierda de un sistema plenamente estatal es equivocada. Estaría abierto a la misma o peor corrupción, y podría tener aun mayores niveles de ineficiencia, como la han tenido las EPS públicas, burocratizadas y asfixiadas por los politiqueros.