Igual que en la mitología griega, Colombia se encuentra hoy disputando una deliciosa manzana, que en la antigüedad se llamó la “manzana de la discordia”.
Esta leyenda griega nos cuenta que hubo una vez una boda de Peleo y Tetis, donde apareció una manzana que llamó la atención de todos, hasta que un dios vio que había una escritura que decía: “para la más hermosa”. Enseguida Hera, Afrodita y Atenea se lanzaron para tomar la manzana, iniciando así una fuerte discusión.
Hoy tenemos nuestra propia manzana de la discordia que la hemos bautizado con el nombre de “la paz colombiana”, donde uribistas y santistas se enfrentan por ella, creyéndose cada uno el iluminado, el salvador de lindo corazón.
Unos quieren la paz firmando acuerdos con la presencia de organismos internacionales, aplicando la justicia transicional, lo que garantiza el silencio de fusiles y menos víctimas. Otros la desean, fomentando la guerra, llenando de víctimas inocentes los campos, proclamándose salvadores de la patria.
Conseguir la paz fue la apuesta de un eximio jugador de póquer, que juró conseguirla definitivamente desde la Presidencia.
La gestión por conseguir la paz se da en tres actos, como en una obra de teatro. Primero se da la mano con Timochenko en Cuba, lo que le hace creer al mundo que ya las Farc caen rendidas a sus pies. Segundo acto, Santos congrega en Cartagena al mundo diplomático, al Congreso en pleno, y a directivos de las Farc, allí firman un nuevo acuerdo, logrando conmover por segunda vez al mundo internacional. Y tercer acto, para cerrar con broche de oro, se firma el acuerdo del Colón, que afortunadamente no se hizo en la plaza de Toros la Santa María, pues los protagonistas hubieran salido en hombros por la puerta grande.
Sin embargo, la discordia por la manzana de la paz continúa, a pesar de que el jugador de póquer obtuvo un premio Nobel, en el exterior aún existe la creencia de que el fin del conflicto llegó a su fin.
Los uribistas afirman que los santistas entregaron el país al terrorismo con impunidad. Pregonan que los verdaderos merecedores de la paz son ellos, por su elocuencia, por su trabajo, que fue fundamental para que la guerrilla perdiera poder guerrerista en su gobierno.
Ante tal situación, la manzana de la discordia sigue polarizándose entre santistas y uribistas, con unos debates pueriles, con un presidente impopular, en los que juan pueblo cada día es más pobre.