La Universidad del Quindío, en el campo de la cultura, es centro cerebral y foco culminante. Quienes contribuimos dinámicamente a su fundación, sabíamos que lograría ubicarse en puestos de gran jerarquía, por tener como eslogan “la excelencia académica”. Siempre se ha esmerado esta valiosa institución, con noble espíritu de superación, dar buenos resultados educativos y crecer, crecer.
La educación es la esencia del bienestar social. Una universidad no es una entelequia, sino una fuerza viva dedicada al desarrollo social. Todo esto se consigue con buena dirección y con muy calificados líderes en el exigente campo, de la más selecta docencia. La Universidad del Quindío, aunque ha contado con buen personal gerencial, últimamente con el impulso dado por profesores como José Fernando Echeverry y Luis Fernando Polanía, se disparó con brillo y regocijo de la comunidad.
Los datos concretos, las cifras, los avances en lo humanístico, científico y tecnológico, demuestran con evidencia, que la universidad vive un momento de lujo y esplendor.
Como nuevo rector, Fernando Polania es garantía de dos aspectos: consolidación de lo obtenido y proyección ambiciosa en otros ámbitos. Recordemos que él tiene una formación integral. Es decir, se trata de hombre de pensamiento y un hombre de acción. Estos dos atributos en un mismo educador, constituye algo maravilloso.
Es uno de mis libros distingo, al docente del maestro. El primero tiene el mérito de transmitir con gran ética la ciencia. El maestro de verdad logra que el discípulo lo supere. Aristóteles, discípulo de Sócrates lo superó. Unamuno, el inolvidable rector de la Universidad de Salamanca, repetía: “Escucha querido alumno. Te quiero tanto que deseo abrirte el pecho y en el cogollo del corazón te rasgaría una llaga y te pondría vinagre y sal, para que no pudieras descansar nunca y vivieras en permanente zozobra y en anhelo inacabable”.
He releído y estudiado el moderno y ambicioso proyecto educativo del nuevo rector de la Universidad del Quindío, catedrático Luis Fernando Polanía Obando. Lo más valioso, después de la fuerza que le da al hombre como ser humano, sea discípulo, docente, administrador o ciudadano, es el sentido globalizante y totalizador de la que tiene que ser un instituto superior como es esta universidad. Polanía Obando, como profesional integral, piensa y actúa hermanando lo espiritual con lo material y lo humanístico con la cotidianidad. Ni el educador, ni el educando son monigotes. Es indispensable darles todo el protagonismo que exige este docente.
El programa de este rector, con conocimiento de causa, habla de todo un universo universitario, con su problemática: calidad, ética, instalaciones, lo económico, transporte, un mínimo de comodidades, rendimientos, salud, recreación, empleos, etc. etc. En síntesis, siente hondo, piensa alto y habla claro. Como se ha desempeñado en todos los escalones universitarios, promete lo cumplirá rigurosamente.
La U. del Quindío disfruta de unas instalaciones extraordinarias. Pocas se pueden dar este lujo. Pero a mí lo que más me impresiona es que por la eficacia con que capacita, a sus estudiantes según estadísticas, de cada 10 profesionales, nueve trabajan con éxito en todos los órdenes. Esto es casi un milagro. Se sabe que tenemos más de 300.000 profesionales, más que todo médicos y abogados, sin empleo. Esta dolorosa desocupación, puede conformar una explosiva bomba de tiempo. Ya hemos tenido trágicos estallidos sociales, con muertos, invasión de centros comerciales y también incendios pavorosos.