La Universidad del Quindío y el desarrollo | El Nuevo Siglo
Viernes, 20 de Agosto de 2021

Una universidad es en relación con una región, lo mismo que el “cerebro” al cuerpo humano, su parte más esencial y trascendental. El eje cafetero en Colombia ha jalonado un progreso extraordinario, gracias a muchos factores, principalmente por la poderosa fuerza de su capital humano, capacitado y adiestrado por sus indiscutibles universidades. Entre sus vigorosos claustros universitarios sobresale la “Universidad del Quindío”. Hoy la conducen dos egregios lideres, José Fernando Echeverry, rector, y Fernando Polania, vicerrector.

Ha estado tan dinámicamente proyectada está universidad, en estos últimos tiempos, que ya se comenta que ha sido la “edad de oro del claustro”. Unánime y clamorosamente fueron reelegidos. Son periodos de cuatro años, trabajan con mística y un fervor contagioso. Uno no sabe en que área sobresalen más, si en el terreno de las maravillosas realizaciones físicas o en el exigente campo físico e intelectual. El MXX rector Echeverry con sencilla espontaneidad me comentaba: A la gran la universidad le hace el “gran catedrático” y nuestros docentes son los de mejor trayectoria moral e intelectual.

La facultad de medicina, según los críticos más autorizados es de las de más solido prestigio. Contamos con estudiantes de todos los rincones de Colombia. Ya quisieran algunas universidades de las más famosas de país, contar con las esplendidas instalaciones de este centro superior. Son casi 30 hectáreas con las construcciones más variadas, modernas y cómodas. El paraninfo para las grandes celebraciones estudiantiles impresiona y sorprenden. Campos de deporte, canchas, jardines, prados, bosques y paisajes. Como todo se haya ubicado en lo más elevado de una empinada colina, se aprecia la ciudad de Armenia que brilla como una joya en medio de un cielo azul.

Aunque las ayudas financieras no son las más grandes del mundo, la Universidad o sus directivos, dirigidos por el Echeverry Murillo, ejecutan trabajos de gran aliento generando entradas que siempre se invierten para ensanchar a la Universidad. Son 15.000 alumnos entre presenciales y virtuales. Y como la excelencia académica domina a los graduados más temprano que tarde, se incorporan al desarrollo de Colombia. El hombre nace y la universidad lo hace. En la nación, en el campo de la capacitación económico-social, son muchos los llamados y pocos los escogidos. Lo mejor, desaloja lo bueno y lo bueno desplaza lo peor y lo mediocre.

Los egresados de este centro educativo no le temen a la competencia. Les temen a no ser competentes, saben que la férrea disciplina conduce al mejor de los empoderamientos. A uno lo valoran por sus valiosos aportes, por sus aciertos y resultados. Yo, fui cofundador de la U. del Quindío y por eso conservé el pergamino que, en sesión solemne, me entregó el rector Horacio Salazar. Siempre tuvo la certeza de que estábamos sembrando en tierra fértil. Es útil cultivar huertos, jardines y bosques. Pero nada supera a la riqueza de formar a las generaciones del mañana, como lo hace la Universidad del Quindío, conducida por Echeverry Murillo y el catedrático Polania.

Nunca, tendremos con qué pagar a los maestros que endurecieron nuestro carácter y forjaron nuestra voluntad, para triunfar en la vida. A Cristo cuando se le quiso ofender, se le llamo rey de los exjudíos. Pero cuando quisieron engrandecerlo y magnificarlo, lo llamaron: “Maestro”.