La viudez y voracidad de los perdedores se acicateó y enardeció con la pandemia. Agitó la fiebre electoral para tratar de recuperar lo perdido.
La Registraduría tendrá que multiplicar el número de funcionarios, aunque lo prohíba la dudosa Ley que modifica la manera de realizar elecciones en Colombia, repletándola de “jugaditas” que permitan zarandear la democracia, con burdas triquiñuelas como las que quiso utilizar Tump.
Este 21 abrió el apetito de aquellos que no pudieron alanzar cargos de elección popular durante las elecciones de alcaldes, gobernadores, ediles, concejales y diputados. Los apetitosos presupuestos se les escaparon a ciertos partidos políticos y a casas y familias, que tradicionalmente viven del fisco y del erario.
Huérfanos del presupuesto y del poder, la emprendieron contra quienes los despojaron de semejante riqueza. Montaron el acostumbrado “castrochavismo”, izquierdismo y demás conjuras, conspiraciones e intrigas y montaron las fake news con las que quieren decapitar a quienes los derrotaron.
Cinco de los grandes alcaldes soportan el peso de las calumnias. Varios tienen que soportar las manipulaciones que nacen en sus concejos para torpedear gestiones e impedir el verdadero desarrollo que requieren los municipios. Los que han denunciado la corrupción y los feudos podridos de sus antecesores, obras paralizadas, despilfarros y componendas, tienen que soportar las arremetidas de los viudos del poder y la riqueza.
Los alcaldes de todas las categorías soportan el amarre de sus detractores. Las amenazas llueven, de parte de ciertos partidos y grupos perdedores. Creyeron que arrasarían y aniquilarían, pero las votaciones dijeron otra cosa.
Los grandes: Claudia López de Bogotá, Daniel Quintero de Medellín, Iván Ospina de Cali, William Dau de Cartagena y Juan Carlos Cárdenas de Bucaramanga, son los más amenazados. A Claudia no le perdonan muchas cosas buenas que ha sacado adelante pero, lo más grave, el haber tomado unos días de vacaciones, tras difíciles meses combatiendo la pandemia. “Prohibido descansar y vacacionar”. “Todo descanso merece revocatoria”, le pronosticaron sus adversarios. De Quintero, ni hablar. Se metió nada más que con la intocable Hidroituango. Dau llamó por su nombre a “notables” cartageneros. Ospina dio fiesta a los caleños que padecieron con paciencia el encierro. Cárdenas, el de Bucaramanga, se atrevió a liderar la liga anticorrupción. Estos son los grandes que se encuentran sub júdice, pero es interminable la lista de los más pequeños a quienes les preparan revocatorias.
Lo grave es que nadie sabe qué hacer para acabar con esas prácticas que impide alcanzar administraciones dinámicas, honradas y justas. Los gamonales son quienes tradicionalmente mandan, gobiernan y se apropian de los presupuestos. Antes y ahora, también actúan los grupos al margen de la ley conminando y amenazando a los alcaldes. Ese es nuestro país, nuestra manera de elegir y revocar.
BLANCO: Leonardo Villar: nuevo zar del emisor.
NEGRO: Pregunta: -¿A qué te suena Paz con legalidad? Respuesta: -A engaño, muerte de líderes, injusticia…