Las rotas relaciones con Israel | El Nuevo Siglo
Domingo, 15 de Octubre de 2023

*El insulto es congraciarse con los terroristas

*La consigna de la agitación permanente

 

No hay que ser un gran experto en política internacional para saber que desde los primeros trinos del presidente Gustavo Petro, llegando al contraevidente y pasmoso exabrupto de comparar a los israelitas con los nazis, además recurriendo al velado negacionismo del Holocausto, las relaciones de Colombia con ese país amigo quedaron rotas de facto. Por supuesto, mal habría hecho Israel en no haber reclamado del gobierno colombiano sindéresis histórica, responsabilidad diplomática, inteligencia mínima y cuando menos algo de sentido humanitario, frente a las indiscriminadas matanzas a que el pueblo judío fue sometido por Hamás, pero de antemano se sabía que la ruta crítica de la Casa de Nariño consistía, precisamente, en irritar el escenario y hacer gala del incontenible espíritu agitador de que está insuflado su huésped de turno.

Como es sabido, la sensibilidad de los agitadores suele ser proporcional a sus pretensiones convulsivas por lo cual tampoco es de extrañar que su temperamento se vea irremediablemente afectado por cualquier reparo a sus actos. De ese modo, es apenas natural que sientan como un agravio cualquier protesta normal frente a su conducta, para el caso el llamado de atención, ayer, de la cancillería israelí a nuestra embajadora en esa nación que, desde luego, Petro toma como una ofensa a su persona. Y, claro, de inmediato trina, al estilo de cualquier dictador latinoamericano como Rojas Pinilla, que “al presidente de Colombia no se le insulta”. En ese sentido, pues, no estaría por demás que, en concordancia con esa actitud, presentara una ley o emitiera algunos de esos inanes decretos tan propios del autoritarismo en defensa de la “majestad presidencial”. Por descontado, nadie lo ha insultado, salvo que una gestión diplomática corriente sea tomada en esa falsa vía por solo decirle que está lamentablemente y para su desgracia equivocado.

 

En tanto, el insulto para nuestro país, y no para el jefe de Estado, consiste en haber puesto a Colombia del lado de los terroristas y no de las víctimas y de la nación atacada a mansalva. No hay que descartar, sin embargo, que esto haga parte del enredo al que se han visto abocados los colombianos cuando es de rutina gubernamental confundir el petróleo con la cocaína, la vida con un virus en las estrellas, la paz con la derogatoria de la ley y la autoridad, los avances sociales de los últimos 30 años con un negocio y, en esa misma extraña órbita mental, a los campos de concentración nazis con los judíos como victimarios. Aunque, como no, podrán aguantarse los colombianos esos dislates, pero en la arena internacional, donde la realidad prepondera sobre el delirio, el mundo se desenvuelve en otras condiciones.

Por eso la amenaza de Petro, este domingo, de suspender las relaciones con Israel es apenas una figurita, cuando de antemano ya las rompió desde el primer día al negarse a condenar los ataques terroristas de Hamás y mantenerse en favor de ese acto de barbarie universal, con su silencio cómplice, pese a las solicitudes, incluso de nuestros aliados internacionales, de condena. Lo cual, de otra parte, es muy indicativo de la línea trazada desde que, al mismo tiempo de su posesión, el primer acto de la cancillería fue reunirse con Irán; de inmediato, establecer relaciones con el Frente Polisario, llevando a pique las buenas relaciones con Marruecos; luego ser bastante benevolente con Rusia en Ucrania y ahora dizque mostrarse a favor de la causa Palestina, pasando de largo por la evidente ferocidad animal de Hamás contra Israel.

No obstante, los mismos palestinos, como es natural, se apartaron de ser representados por semejante esperpento genocida y Mahmud Abás, presidente de la Autoridad Palestina, sostuvo ayer que ese movimiento islamista nada tiene que ver con los anhelos palestinos. Lo que ha hecho Hamás es no solo un imperdonable y gigantesco delito de lesa humanidad, sino que su evidente intención ha sido la de atentar contra la paz que se venía consiguiendo en la zona con Arabia Saudita y otras naciones árabes de importancia. De otra parte, estar con Hamás es, entre otras, predicar la nulidad de la mujer y su sometimiento incondicional. Por tanto, además de salvaje, es la caverna retardataria.

Hechas trizas las relaciones con Israel vale, en todo caso, decir que una cosa es el pueblo colombiano y otra el gobierno turno. Lo saben muy bien los judíos en Colombia.