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Los inmigrantes ilegales radicados en USA ya están sintiendo las consecuencias y ya se han producido redadas en establecimientos de comercio atendidos generalmente por indocumentados y han resultado reembarcados a sus países de origen, con o sin esposas. Pero, debido a las buenas gestiones del señor Petro, “íntimo” de Trump, por ahí sacaron el cuento -algún cómico vinagre- de que los colombianos casados deberían aprovechar la oportunidad e irse en pareja para explorar “el sueño americano” con la seguridad de que los hombres serían deportados “sin esposas”, y así se ha triplicado la cantidad de viajeros…
Por el lado migratorio, creemos que Trump tiene razón en el objetivo central, pero se enreda y se vuelve repugnante en las formas. La seguridad y estabilidad de USA están en riesgo, pues si siguen con las políticas laxas en materia de inmigración -de corte demócrata- la población de ese país, estimada en 335 millones de habitantes, podría fácilmente duplicarse con todos los latinoamericanos, sobre todo colombianos, venezolanos, cubanos y nicaragüenses, donde la vida cada vez se hace más insoportable por cuenta de sus gobernantes de varios turnos consecutivos (quizás con excepción de nuestro país, con nuevo turno en ciernes) que por su común situación de comunismo están quebrando sus países y espantando a sus gentes, a punta de hambre y represión.
Por el lado de las confrontaciones bélicas, también podría haber decisiones del señor Trump que podrían cambiar el panorama geopolítico universal. Él se ha apropiado del cese al fuego- meramente temporal- en Gaza, que compromete a israelíes y a palestinos y seguramente llegaría a desembocar en un armisticio o suspensión de hostilidades -quizás duradera- por lo menos en lo que respecta a la Franja y a Hamás, pero con la advertencia de que una paz verdadera -o “total”, como esas de Petro- entre judíos y palestinos, será imposible, en virtud de esa lapidaria frase de Golda Meir: “sólo podremos tener paz con los árabes, cuando éstos amen más a sus hijos de lo que nos odian a nosotros” y ello traduce, sencillamente, jamás.
En Ucrania también habrá noticias pronto. Bien sabemos que Trump y Putin son “enemigos íntimos” y hace unos años éste afirmó que aquél era un hombre “muy brillante y talentoso”, además de conocerse que en las elecciones de 2016 Rusia intervino por todos los medios posibles en favor del candidato Trump y en contra de Hillary Clinton. Partiendo de tales circunstancias, y habida cuenta del frío relacionamiento de Putin con Biden y Kamala, habrán de esperarse consecuencias inmediatas sobre Ucrania, quién sabe si buenas o malas para este país, pero es probable que la guerra llegue a su fin, lo que sería el menos peor de los males, antes de que en Ucrania no quede piedra sobre piedra.
Post-it. Sobre el tapete queda el reguero de la “mala leche” de Trump, quien se cree (como Petro) el “elegido” y toma decisiones “a la diabla”, pasándose por la franja – por la faja- a sus aliados europeos, como si fuesen pintados en la pared y el magnate debe saber que, si bien “en política no existen amigos, sino cómplices” hay que contar con ellos, siempre…