LIONEL MORENO GUERRERO | El Nuevo Siglo
Viernes, 4 de Noviembre de 2011

Un marxista en la Alcaldía

 

 

Gustavo  Petro, el primer marxista declarado alcalde de Bogotá, no ha tenido experiencia administrativa alguna. Ha sido siempre opositor del gobierno, sea como guerrillero del M-19, sea desde el bando contrario a los gobernantes del momento, como militante del Polo o desde el Progresismo. Hacer oposición es siempre más fácil que gobernar. Hacer promesas no cuesta mucho, cumplirlas es más complicado. Aunque sus antecedentes no son buen presagio para lo que será una administración Petro, no hay que augurar un fracaso de su gestión.

Como fue claro de su discurso de victoria en la noche del domingo pasado, Petro está, desde ya, con la mira en la Presidencia de la República para 2014, pues después puede ser muy tarde. Que afirme que no dejará trunco su período no significa mucho pues “si el pueblo me lo pide, tengo que acatar su voluntad”. En estas circunstancias Petro necesita hacer una administración eficiente, combatiendo la corrupción, especialmente en las obras públicas después del escándalo de la contratación de Samuel Moreno y sin demasiado populismo, al cual, como buen izquierdista, es propenso. Tal vez por esto último obtuvo que la alcaldesa encargada se responsabilizara de una de sus promesas de campaña, decretar el suministro gratis de 6 metros cúbicos de agua mensuales a las familias de estrato uno (ya ahí van $ 9.000 millones anuales del presupuesto). Ojalá que no le dé por despilfarrar la amplia caja ($ 3,2 billones) y la vasta capacidad de endeudamiento que recibe en “comprar” votos para el 2014. De otro lado, Petro no tendrá mayoría en el Concejo. Propios sólo tiene 8 de 45 concejales. Claro que no hay que otorgarle gran confianza a la fidelidad de muchos políticos que se inclinan hacia donde está el presupuesto. Deberá también tener en cuenta que sólo obtuvo el 32% de los votos, es decir, el 68% de los votantes no deseaba que fuera el alcalde de la capital, algo diferente a los de otras ciudades como Barranquilla o Cali por quienes votó más del 50% de los electores. Apostamos entonces a la moderación de la alcaldía de Petro y no a su radicalismo.

No creemos, como claman los enemigos de Uribe, que la derrota de Peñalosa se deba al respaldo de aquel. Tal vez sin este apoyo hubiera sacado menor votación. No tuvieron en cuenta que Peñalosa tenía el mayor porcentaje de imagen desfavorable pues muchos quedaron resentidos por cómo manejó su alcaldía, de su fobia por los dueños de carros, los bolardos, las losas del Transmilenio, etc. Petro tuvo mucha suerte en esta ocasión. La mayoría de los bogotanos no es de izquierda, ya vimos las cifras. Ganó, principalmente, por el egoísmo de los candidatos del centro derecha. No tuvieron la altura para sacrificar sus ambiciones personales, como si lo hizo Mockus a favor de Gina. Crucemos los dedos y esperemos.