LIONEL MORENO GUERRERO | El Nuevo Siglo
Viernes, 19 de Abril de 2013

Drones y soberanía  

 

A raíz de la incrementada capacidad bélica de los aviones no tripulados (“drones”) desde la II Guerra Mundial, cuando solo se utilizaban como blancos aéreos, se han suscitado enconados debates, especialmente sobre si se trata de armas inhumanas nuevas. La izquierda, proclive a condenar a los Estados Unidos, país que los ha utilizado con efectividad en la guerra contra el extremismo islámico, especialmente en Pakistán, Afganistán y Yemen, ha sido la más crítica. Reprochan que sean pilotados desde lejos sin que haya riesgo mortal para los atacantes y que producen muchas bajas, especialmente civiles. En resumen, que es arma poderosa para quien la posee, es decir, hoy los Estados Unidos. En realidad no son armas de destrucción masiva, como las atómicas, las químicas o biológicas y causan menos bajas que las convencionales para lo que basta recordar los bombardeos de Dresde o Londres. A pesar de la precisión de las armas, siempre habrá, desafortunadamente, bajas “colaterales” aunque menos que con las convencionales. Pero lo que hoy es novedoso, mañana será convencional. La ballesta fue condenada en 1139 por la Iglesia con excomunión por "el peligro que representa para la humanidad un arma semejante". Podría aducirse que los “drones” más bien humanizan la guerra al evitar bombardeos masivos.

Con la utilización de estos aviones en el Medio Oriente el debate debería ser sobre el concepto de soberanía. ¿Emplean los Estados Unidos esta arma sin la autorización de los países bombardeados? Paquistán ha dicho que han violado su soberanía, aunque la semana pasada el expresidente Musharraf aceptó que su gobierno había dado permiso y parece que los regímenes afectados por los extremistas los autorizan “en privado” y en público los rechazan para no enemistarse con los simpatizantes de los fanáticos. El concepto de soberanía data solo del siglo XVII cuando, para poner coto a las guerras de religión, se convino en el Tratado de Westfalia que dentro de sus fronteras los gobiernos podían actuar como quisieran (aun violando las normas humanitarias) sin que otros Estados pudieran inmiscuirse. El principio de no intervención. Hoy día se aceptan tres excepciones y otras dos se discuten. Las admitidas son: invitación del Estado, autorización del Consejo de Seguridad de la ONU y defensa contra un ataque armado. Las discutibles son cuando el otro Estado no quiere o no puede suprimir la amenaza. (Colombia prefirió pedir excusas al Ecuador y no invocar este argumento en el caso de Raúl Reyes) o una nueva “responsabilidad de proteger” a una población (caso de Kosovo o Ruanda; Kofi Annan dijo que la Carta de la Naciones Unidas estaba para proteger a las personas y no a quienes abusaban de ellas). ¿Puede un país bombardear a otro cuando se siente amenazado? La realidad es que si un Estado es suficientemente poderoso lo hace.