LIONEL MORENO GUERRERO | El Nuevo Siglo
Viernes, 24 de Enero de 2014

¿Se logrará la paz? 

 

Después de tantos intentos fallidos, ¿hay posibilidades reales de lograr en La Habana un acuerdo que lleve a la desmovilización de las Farc? Dicen los estudiosos de las conflictos asimétricos que a la paz, no a unas negociaciones, se llega en uno de estos escenarios: 1. Ninguno de los contendientes cree que podrá triunfar y los costos del conflicto se vuelven insoportables para ellos. 2. Las partes consideran que están sujetas a una catástrofe mutua inminente. 3. Los adversarios consideran que es la mejor oportunidad (para cada una de ellas) de lograr un buen acuerdo.

En el caso colombiano no estamos en los escenarios 1 o 2. El Estado colombiano tiene en retirada a los subversivos que tenían 20.000 hombres en 2002 y hoy 8.000. Un poco más de perseverancia y las Farc quedarían reducidas a una banda tipo ELN. No hay, en consecuencia, lugar a creer en una catástrofe gubernamental.

El nuestro, no hay duda, sería el caso de  buenas oportunidades para ambas partes. Para las Farc tratar de obtener en negociaciones lo que saben no pueden lograr por las armas. Para el gobierno llevarse el laurel de haber alcanzado una paz que eludió a sus antecesores, galardón que tiene una especial importancia en vísperas electorales. Aunque ya el gobierno admitió que el acuerdo, que pensó obtener a fines de 2013, tampoco se logrará antes de las elecciones, llegar a estas con unas conversaciones en curso ofrece un argumento electoral poderoso: si no hay reelección se perdería una oportunidad “única” para lograr la paz, etc., etc.

El gobierno tiene  una inmensa superioridad bélica sobre las Farc, por eso este es un conflicto “asimétrico,” pero no en ellos el que tiene mayor poder de fuego gana. Gana quien tiene una adecuada estrategia, en este caso golpear y refugiarse en la inmensidad de la selva, pero, sobre todo, una mayor voluntad de lucha. Mao y Ho Chi Minh ganaron porque quebraron la voluntad de los nacionalistas y de los Estados Unidos, aunque en ambos casos tuvieron, respectivamente, gran ayuda militar de la Unión Soviética y de esta y China.

La ayuda que podrían recibir las Farc sería de Venezuela y parece ser solo en amparo, dinero y unos pocos fusiles. La Habana puede ser otro capítulo de la estrategia maoísta de las Farc: “Luchar, luchar, hablar, hablar, luchar, luchar,” pero deben tener cuidado, pues una vez pasadas las elecciones habrá pocos alicientes para que el gobierno les otorgue concesiones que nunca lograrían dentro de un puro juego democrático. Si gana Santos, este no querrá pasar a la historia como el Chamberlain colombiano. Si pierde, es claro que un nuevo mandatario les aplicará la “mano (bien) firme”. Más les vale a las Farc abandonar sus pretensiones de impunidad total y de asamblea Constituyente antes de las elecciones.