El chantaje de un pequeño
Corea del Norte tiene la novena parte del área de Colombia y un poco más (54,7%) de su población. El PNB per capita en Colombia (US$ 9800) es 5,4 veces mayor que la de un coreano del norte (US$ 1800). Corea del Norte es un país pequeño y pobre, a tal punto pobre que millones han muerto de física hambre durante los últimos diez años, que a duras penas alimenta a su población gracias a las donaciones internacionales y cuyo comercio y energía dependen de China en un 80%. A pesar de lo anterior, las amenazas de Corea del Norte infunden temor a los gobernantes del mundo, desde Beiying y Seúl a Washington. ¿Que le da tanto poder a Pyongyang, mejor dicho, a los dirigentes de esta inhumana dictadura? ¿Cuál es la importancia de descifrar quien gobernará ahora a este pequeño Estado, después de la muerte del segundo gobernante de su dictadura dinástica, Kim Yong Il? Se podría pensar que en estas condiciones, China tendría la capacidad de influenciar efectivamente las más importantes decisiones coreanas, por ejemplo su programa nuclear, pues le bastaría reducir, hasta cerrar, el comercio y su aprovisionamiento de alimentos y energía. Pero si no lo han hecho es porque la principal arma de Pyongyang no es la atómica, rudimentaria para China, sino la posibilidad de que el hambre lleve a una sublevación en Corea del Norte que obligue a China a invadir a su vecino para prevenir su reunificación con Corea del Sur o, en términos estratégicos, a que tenga en su frontera un país con bases militares de los Estados Unidos. La política de China parece ser que, antes que sanciones, lo mejor es sobornar a la dirigencia del norte con ayuda y, por el momento, evitar una guerra civil apoyando al sistema actual, es decir, al “Gran Sucesor” Kim Yong-un.
Del lado no comunista, Corea del Sur, cuya capital, Seúl, está a solo 50 kmts. de la frontera norte, está a la merced, no solo de las primarias armas atómicas del norte, sino, inclusive, de la artillería convencional y nadie sabe de lo que es capaz de hacer un dictador desesperado como lo vimos con Gadafi y ahora con Assad. Si el gobierno del Sur reacciona fuertemente contra las provocaciones del Norte, lo que ha prometido hacer después de las críticas por no haber respondido enérgicamente al hundimiento de uno de sus navíos por un submarino del Norte y donde murieron 46 marinos surcoreanos, las posibilidades de un conflicto armado entre las dos Coreas se incrementa, lo que podría llevar a una confrontación entre los Estados Unidos y China, lo que las dos potencias eluden. Podemos concluir que la permanencia de la dinastía Kim en Corea del Norte está asegurada, al menos, en el futuro cercano y que paradójicamente, la fuerza del Norte está en su debilidad.