LIONEL MORENO GUERRERO | El Nuevo Siglo
Viernes, 3 de Octubre de 2014

La superpotencia democrática

 

Como decíamos en anterior nota, el mundo mira hacia los Estados Unidos, el país más poderoso del mundo, cuando en algún rincón del planeta hay una violación grave a los derechos humanos o al derecho internacional. Al mismo tiempo, cuando los Estados Unidos intervienen, la extrema izquierda mundial grita contra el imperialismo de Washington: yankee go home. Pero los Estados Unidos no son omnipotentes y, a pesar de lo que se diga, son reacios a usar su fuerza militar y su voluntad para permanecer en conflictos que impliquen alto costo en vidas de sus ciudadanos y en dinero es baja. Esto los ha afectado al punto de que algunos dicen que son un tigre de papel y tratan de explotar a su favor esta situación, como lo acaba de hacer Rusia que se anexó hace poco a Crimea y actualmente instiga la separación de regiones orientales de Ucrania, apoyando a unos separatistas con soldados y armas, esperando que los Estados Unidos, el líder occidental, no reaccionara. A este propósito, Washington descubrió recientemente, a raíz de la lucha contra el narcotráfico, que tenía un arma poderosa no militar, las sanciones económicas, en particular las financieras. Hoy día la internacionalización exige un enorme flujo de capitales y Estados Unidos domina el mercado financiero al punto de que pocas son las transacciones que pueden hacerse sin pasar por las instituciones controladas por los Estados Unidos, imposibilitar este canal implica un grave trastorno para cualquier país, como lo atestiguan los casos de Irán y ahora Rusia. ¿Por qué los bancos colombianos se fijan tanto en la llamada Lista Clinton (oficialmente lista Ofac)? Pero estas sanciones pueden moderar los ímpetus agresivos pero no son suficientes. Irán “entró en negociaciones” y Rusia no invadió directamente a Ucrania, pero sus amenazas subsisten y el régimen comunista de Cuba lleva 60 años a escasos kilómetros de la Florida.

Otros ejemplos de pasadas vacilaciones de Washington han sido, además, el retiro del apoyo aéreo prometido a los cubanos en Bahía de Cochinos que hizo fracasar esta invasión anticastrista en 1961; el abandono en 1962 de los vietnamitas del sur (que no derrota militar) debido a la oposición interna al conflicto; la lánguida reacción del gobierno de Carter a la toma de la embajada americana en Teherán y secuestro de 55 de sus diplomáticos durante más de un año; no cumplir el reciente ultimátum a Siria si utilizaba armas químicas contra la resistencia. Todo esto debilita la influencia de los Estados Unidos, para regocijo de la izquierda recalcitrante. El encabezar la lucha contra el fanatismo religioso del Ejército Islámico confronta a Washington con un dilema: o aniquila al E. I. o confirma, para detrimento de la democracia, la imagen de tigre de papel que algunos quieren endilgarle.