Lionel Moreno Guerrero | El Nuevo Siglo
Viernes, 21 de Noviembre de 2014

Se enredó el proceso

 

El secuestro por las Farc del general Rubén Darío Alzate es un duro golpe al proceso de paz que inició el presidente Santos y con el que él creyó, inicialmente, que lograría en pocos meses un acuerdo para que este grupo subversivo depusiera las armas. Primero los meses se convirtieron en años, dos a la fecha y ahora, aunque las Farc liberen al general Alzate, a sus acompañantes y a los dos soldados secuestrados en Tame hace dos semanas, lo que parece no harán rápidamente, el proceso quedará afectado por largo tiempo, si no herido de muerte.

No se sabe por qué el General se fue sin protección y de civil, acompañado solo por un cabo (probablemente un ordenanza) y una abogada (la coordinadora de proyectos especiales del Ejército) a una población que todos sabían era controlada por la guerrilla. ¿Engaño? ¿Ingenuidad? El hecho es que la reacción inicial de la guerrilla ha sido triunfalista. Secuestrar nada menos que al General jefe del área es realmente un trofeo para una guerrilla, pero si las Farc están realmente interesadas en lograr un acuerdo de paz, deben tener en cuenta que si el oficial no es devuelto rápidamente no lograrán el fin buscado, aunque, si lo que han querido es solo obtener publicidad, interna y externa, este objetivo ya lo han logrado. Con un Presidente y un estamento militar ahora humillados, una oposición sin necesidad de gritar “ya lo habíamos dicho”, una ciudadanía que no ha digerido mucho aquello de que quien no apruebe lo que se pacte en La Habana es enemigo de la paz y unas conversaciones que no tienen perspectiva de pronta terminación, le va a quedar muy difícil al Gobierno obtener el apoyo necesario para que aceptemos que crímenes como el secuestro, el reclutamiento de menores y el narcotráfico sean declarados delitos políticos conexos, es decir, amnistiables, impunes. Ver a Timochenko, Romaña, Márquez y otros, pasando raudos por las calles de la ciudad y rodeados de guardaespaldas, rumbo al Congreso de la República, es un “sapo” cada vez más difícil de tragar.

Seguramente la guerrilla cree que el Presidente ha invertido tanto capital político en este proceso que estará dispuesto a hacer nuevas concesiones para salvarlo y para que liberen al general Alzate. Sin embargo, la posición del Presidente es bien difícil. Es imposible acceder a una tregua bilateral mientras se negocia, la que permitiría a la guerrilla, además de una victoria publicitaria al hacer que el Gobierno repudie su compromiso de no suspender acciones militares mientras se negocia, ganar tiempo, como ya pasó en el Caguán, para reorganizar sus frentes, permitirles descansar de la persecución de las Fuerzas Armadas y rearmarse. Este parece ser un éxito pírrico de las Farc y un golpe al Presidente.