¿Quién parpadeará primero?
Los mercados financieros mundiales están en plena efervescencia, suben y bajan según los pronósticos sobre si Grecia se retira de la zona euro (o sea obligada a abandonarla) y según se piense que las medidas para paliar un tal retiro serían o no adecuadas. La Bolsa de Nueva York (Dow) ha bajado 6% los últimos 30 días. El euro está en su nivel más bajo desde julio de 2010. Los bancos griegos han perdido 32% de sus depósitos después de 2009. Una salida del euro implicaría una devaluación automática del dracma, 75% calculan algunos, lo que haría imposible a los deudores griegos pagar sus deudas con los acreedores europeos, colocando a estos en difícil situación. Peor, se podría generar un pánico de los depositantes de los bancos de los llamados países periféricos, Italia, España, Portugal, Irlanda, que podría llevar a tasas elevadísimas en el financiamiento de estas naciones que anularían buena parte de los recortes presupuestales y a las instituciones financieras locales a la insolvencia.
No todos creen que el retorno al dracma tenga las graves consecuencias mencionadas. La griega es una economía pequeña y varios piensan que las medidas preventivas ya tomadas por el sistema financiero son suficientes para preservarlo. Así lo manifestaron el Ministro de Finanzas de Alemania, el Presidente del Banco Central Europeo y el Gobernador del Banco de Francia. Otros sostienen que las consecuencias de un retorno griego al dracma causaría tantos traumatismos que los defensores de drásticas medidas de austeridad tendrán, con la señora Merkel a la cabeza, que ceder ante las solicitudes de Atenas por un ablandamiento de esta posición. Parece que se tratara de ver quien parpadeará primero, pero esto podría desembocar en una ruleta rusa. El mundo espera que los dirigentes políticos europeos estén a la altura del reto y actúen con la mayor responsabilidad; sin embargo, al jueves sus reuniones no habían llevado a ninguna conclusión. Probablemente esperan que las elecciones griegas del 17 de junio rompan el impasse en que ese país se halla, ya que se interpretan como un referendo por la permanencia en el euro, y las decisiones se tomarían a fines del próximo mes, es decir, un mes más de incertidumbre. En realidad los griegos no quieren abandonar el euro, quieren conservarlo pero sin la medicina de la austeridad que la mayoría de sus socios consideran necesaria.
Pero si el “bono europeo” en el que muchos ven la salvación por tener la garantía de todos (léase Alemania) no se vislumbra, por el momento vemos que, aunque las bolsas bajen, el dólar estadounidense gana terreno y otros activos de refugio como los bonos del tesoro y los alemanes se colocan a tasas de interés ínfimas. Nuestro peso, para alegría de los exportadores y tristeza de los importadores, está en su nivel más bajo desde mediados de enero.