Es conocido por el país el derroche de dinero del presidente Gustavo Petro, no solo en sus inútiles y numerosos viajes al exterior que no han producido un solo peso al país. Hasta ahora van cuarenta viajes en 17 meses de gobierno, es decir un promedio de 2,5 viajes internacionales por mes, además de los 700 viajes nacionales, un verdadero record, pues en la historia no ha existido presidente alguno tan prodigo viajero.
El costo según información oficial es que estos viajes pueden superar los cien mil millones de pesos, más o menos 25 millones de dólares, con lo que se hubiera podido pagar tres veces los ocho millones de los Juegos Panamericanos. Ahora bien, el lujo, pues sus comitivas parten de un mínimo de 25 hasta 370 personas por cada desplazamiento.
Pero sumado a lo anterior, otros gastos inútiles y espantosamente desfasados como la casa arrendada por tres días en Davos (Suiza) para una vitrina de Colombia, la misma que costo cuatro mil quinientos millones, es decir 1.500 millones de pesos diarios, lo cual no tiene precedente. En ninguna parte del mundo se estipula un arrendamiento de ese nivel, ni en castillos ni palacios, donde un día cuesta entre cinco a diez mil euros por día. Pero lo más significativo es que las visitas a esa casa fueron sumamente escasas, es decir, se perdió esa inversión, no sirvió para nada.
No hay derecho a tanto despilfarro del dinero de los colombianos, además sumando los voluminosos gastos de la primera dama y la vicepresidenta, cuando las necesidades de muchos sectores del país claman a gritos atención a sus territorios. Pero sorprende que tanto el Congreso como los organismos de control no le pongan freno a ese despropósito, que es un insulto a un pueblo con hambriento y sediento.
Difícil entender como un gobierno que se hizo elegir bajo la consigna de ayuda a los más pobres, de llevar el cambio, de respetar el presupuesto de la nación, obre inconsecuentemente y de manera contraria, si lo más sagrado de un país es justamente el dinero de su gente.
No es el hecho de tener ideas contrarias al gobernante, es asunto de principio, presidentes de izquierda en el continente han existido y manejado sus países con austeridad como el caso del expresidente uruguayo José Mujica y algunos otros, o como el actual presidente de derecha, el argentino Javier Milei, quien viajó a Davos con su esposa, una ministra y dos asistentes en vuelo comercial, hospedándose en un buen hotel cuya habitación no supera los trescientos euros por noche. Mientras Petro con su nutrida comitiva viajaron en avión privado y se gastaron una enorme suma de dinero.
Entonces donde está el principio de valoración del dinero, si se gasta a manos abiertas sin ninguna utilidad, solo para alimentar el ego del presidente Petro, crecer su megalomanía e ínfulas de líder mundial, cuando solo se ha convertido en el hazmerreír de los países, no solamente por sus acciones y comportamiento, sino por sus ridículos y cantinflescos discursos.
Más allá de lamentos, denuncias y opiniones, es asunto de acciones, Colombia tiene una democracia que aun imperfecta es sólida y por lo tanto debe actuar para poner freno a este abuso e indolencia del gobierno.
El país no está para los despilfarros del presidente.