La orquesta del Titanic, dirigida por Wallace Hartley, es recordada por que sus ocho músicos en una clara actitud estoica ante la desgracia siguieron tocando sus melodías hasta el hundimiento del trasatlántico.
Me imagino que lo hicieron con el propósito de que los pasajeros no perdieran la esperanza ni la calma aun sabiendo que lo que se venía era la muerte. Ninguno sobrevivió y no tenemos como saberlo.
Como columnista quisiera tener la actitud de dichos músicos y entretener con palabras positivas a los que me leen como lo hacen muchos hoy en día con escritos iluminadores, técnicos y llenos de conocimiento… Pero prefiero el realismo así me gane más enemigos.
Más allá del estoicismo ¿de qué sirvió que tocaran piezas musicales hasta el final además de musicalizar la muerte?
Muchos dirán que tiene mucho sentido y es válido… Pero yo sí creo que hay que huir del estoicismo en este momento y tenemos que dejar de ser los músicos del Titanic. ¿Cuál es el propósito? ¿Ser recordados como una generación estoica y positiva que jamás se quejó de la situación? ¿y…?
Repetir que las instituciones colombianas son fuertes sabiendo que no lo son es lo mismo que hacían los músicos del Titanic trayendo tranquilidad, elegancia y ritmo a la escena final. ¡Qué elegancia y que glamur acá todo es alegría no hay nada de qué preocuparse! ¡Las instituciones son fuertes, pero nos hundimos!
Por más que repitan como un mantra que las instituciones son fuertes, la ausencia de carácter institucional de las mismas es absoluta. Y en ese sentido daría lo mismo no tener instituciones en Colombia.
No son fuertes. Son débiles. Y carecen de carácter que es lo más peligroso. Son capaces de escribir cartas, pero de frente no son capaces de hacerlas respetar. Luego viene un almuerzo o comida…
Independientemente de las críticas, el espectáculo, los miedos, las columnas de opinión y de todo lo que quieran todas las reformas de Petro serán aprobadas en bloque y sin mirarlas. Laboral, pensional, salud y demás. Y todos los congresistas terminarán doblegados como borregos ante los pedidos del gobierno y las votarán sin revisarlas en contra de los intereses de la mayoría de los colombianos. Y el barco se hunde así sigan tocando…
Finalmente, los políticos colombianos son expertos en actuar. Lloran y se insultan en público y se abrazan y ríen en privado. ¿Qué les importa la gente? Se venden por puestos o poder. En esto ha consistido el negocio de la política toda la vida. Viven del tamal, la mermelada y los votos para controlar su micro o macro mundo político vía puestos públicos.
Sigan tocando mientras nos hundimos todos. Pongámosle estoicismo al hundimiento. Reforma laboral nefasta. Reforma pensional resentida y nefasta. Reforma a la salud anacrónica, resentida y nefasta. Gobierno resentido, inepto, engañabobos y nefasto. Sigamos tocando hasta el gran hundimiento total y seamos felices de ser recordados como estoicos y elegantes.
Finalmente, el otro mantra es que todo estaba mal y necesitaba un cambio urgente…