“El verdadero honor es el que resulta del ejercicio de la virtud y del cumplimiento de los propios deberes”.
Gaspar M. De Jovellanos
El derecho a la vida
Algunos sabios de provincia le advirtieron al procurador, Alejandro Ordóñez, que no debe imponer su fe católica en temas como la despenalización del aborto, pues la libertad de cultos está consagrada en el artículo 19 de la Constitución Nacional de la República de Colombia.
Ignoran estos sabios que el derecho a la vida es un derecho fundamental contemplado también en el artículo 11 de la Constitución, el cual prevalece sobre la libertad de cultos, lo que le otorga al Procurador la facultad constitucional para oponerse a cualquier acto de violación de esta norma.
Los ateos, cristianos, testigos de Jehová, agnósticos, tienen todas las garantías para ser respetados en un Estado Social de derecho, pero no significa que tienen la libertad para aplicar la pena de muerte a seres indefensos. El derecho a la vida prima sobre cualquiera otra consideración. Hay que recordar aquella frase perentoria: ‘No matarás’. Nadie tiene potestad para disponer de la vida de otro, ni de la propia, ésta es un bien supremo inalienable.
El Procurador fue elegido para garantizar los derechos de todos los colombianos. Si no los garantizase, estos sabios provincianos podrán demandarlo ante la justicia competente por omisión en el cumplimiento de sus funciones.
Defender la vida de una criatura indefensa no es un delito, ni un acto inconstitucional. Es la obligación perentoria de todo ser humano. Cuando una sociedad, como la nuestra, en la que predomina la violencia intrafamiliar, el abuso sexual, la irresponsabilidad paterna, el desconocimiento de los valores morales, y en donde la mujer se cree la dueña de su cuerpo, sin respetar el feto que lleva en su vientre, el aborto jamás será la solución de estos males sociales. Por el contrario, cuando una mujer aborta, sufre un trauma sicológico mayor, porque ese aborto no tendrá reverso.
Por estas razones nunca podrá interpretarse la defensa de la Constitución Nacional, como un acto de arrogancia, arbitrario e irrespetuoso.
Amigos de la sabiduría provinciana: no se escuden en silogismos utópicos, para pregonar el aborto, de nada sirven para exigir el cumplimiento de la Constitución Nacional.
Nuestro país necesita más funcionarios como el procurador Alejandro Ordóñez, que estén comprometidos con los ideales de ética y eficacia universales.