MARÍA ANDREA NIETO ROMERO | El Nuevo Siglo
Domingo, 20 de Noviembre de 2011

 

Después de la  legalización
 
 
Supongamos  que se legaliza la droga. Creamos por un instante que al ser legal la cocaína, marihuana y el éxtasis (por mencionar algunas) la violencia generada por los narcotraficantes se termina y empieza un nuevo período en nuestra sociedad y en otras de post-prohibicionismo.
Imaginemos cómo sería el futuro. Dado que el negocio sería legal, entonces las mafias y sus capos deberían dejar la clandestinidad y se integrarían con la sociedad, para crear empresas cuyos objetos sociales rezarían: “Producción y comercialización de sustancias alucinógenas para uso recreativo”. Tendrían, además, que ser clasificadas como C.I, es decir, comercializadoras internacionales y supongo que la DIAN deberían entrar a crear un nuevo impuesto que gravara la producción de cocaína y cuyos recursos fueran destinados como los del tabaco y alcohol hoy, para educación y salud.
Imaginemos que al ser legal, los capos y sus familias tendrían la posibilidad de integrarse a la sociedad, y al tener mucho dinero tratarían de ponerse a la par con otros sectores sociales y económicos creando clubes, centros comerciales, medios de comunicación, participarían ahora sí directamente en política, pasearían por los centros comerciales, los hijos/as estudiarían en los mejores colegios y  universidades (aunque esto ya sucede) y nuestros hijos estarían expuestos a ver comerciales en televisión de promoción de consumo de droga con una aclaración imposible de entender al final “prohíbase el consumo pa los menores de edad” y, en fin, un largo etcétera de nuevas situaciones.
Sin guerra contra las drogas se acabaría en teoría la guerra de los carteles, porque con tanta demanda habría mercado para exportar sin límites. En Colombia tendríamos que crear una Asociación Nacional de Productores de Cocaína o algo similar, al que los periodistas entrevistarían cada vez que haya una negociación de tratado de libre comercio con otros países. “Cómo podría afectarles a ustedes la llegada del éxtasis y la marihuana producida en California?”, sería el estilo de preguntas y sabrá Dios el estilo de respuestas. ¿Quién sería el presidente de dicha asociación? Supongo que un nuevo empresario pujante.
Imaginarse la sociedad después de la legalización es un buen ejercicio para fortalecer los argumentos a favor o en contra y sobre todo para comprender, que la legalización significaría la penetración de estas sustancias en todos los rincones sociales y la problemática probablemente se profundizará.
En lo particular soy partidaria de la legalización. Entre la violencia y un sector organizado y pacífico, prefiero la última opción. Pero soy consciente del inmenso reto para la sociedad y para cada familia el estar expuestas a esta nueva realidad.