MARÍA CLARA OSPINA | El Nuevo Siglo
Jueves, 8 de Diciembre de 2011

¡Libérenlos ya!

¡No nos crean tan pendejos! Esta dura frase, pronunciada por el presidente Juan Manuel Santos, expresa exactamente lo que sentimos los colombianos cuando oímos a las Farc, o alguno de sus áulicos colaboradores como Piedad Córdoba, dar explicaciones y hacer falsas acusaciones al referirse al vil asesinato del mayor Elkin Hernández, el coronel Edgar Yesid Duarte, el sargento Libio Martínez y el intendente Álvaro Moreno, los cuatro militares asesinados por las Farc el pasado 26 de noviembre después de haber permanecido ignominiosamente secuestrados por éstas más de diez años.

Para aquellos que no son colombianos, o que no han vivido en un país desangrado por terroristas narcotraficantes por más de 50 años, esta frase puede parecer grosera. Para nosotros los colombianos, no hay otra manera de describir la furia y la desesperanza que sentimos ante este crimen atroz y tantos otros cometidos por estos asesinos, ante todas sus mentiras y engaños, ante todos los intentos por obtener la paz que han hecho fracasar, año tras año, por su obstinación asesina y su mala sangre.

Hoy no caben palabras elegantes ni atenuantes para hablar de nuestro dolor. El cinismo del comunicado de las Farc diciendo que “lamentan lo ocurrido”, siendo ellos mismos los que dieron la orden a sus esbirros de apretar el gatillo, es una bofetada más a todos los colombianos de paz.

Saber que estos valientes militares, secuestrados cuando cumplían con su deber, fueron humillados y maltratados por más de una década para luego ser asesinados con un tiro de gracias, hace a cualquier persona de bien sentir una enorme ira.

¿Cuántos campesinos asesinados, cuántos pueblos aterrorizados, cuántos jóvenes han sido forzados o embaucados para ser carne de cañón de un grupo sin principios y de unos jefes que ya no son más que narcotraficantes? ¿Qué bien estaría Colombia sin esta plaga? ¿Cuánto se habría podido invertir en educación, vivienda, salud, alimentación e infraestructura si no hubiéramos tenido que combatir esta maldición?

Y, ni que decir de la desfachatez de la tal Córdoba afirmando que, precisamente esos secuestrados iban a ser liberados por el grupo narcotraficante en pocos días. No le da vergüenza a esta mujer clavar esa espina en el corazón de las familias de los asesinados. Si esta declaración tiene algo de cierto entonces debe ser fácil para las Farc liberar a los 11 militares que aún tienen secuestrados. Les voy a recordar sus nombres: el cabo Héctor Velásquez (14 años secuestrado), los sargentos Luis Arturo Arcia, Luis Alfonso Beltrán, Robinson Salcedo, Luis Alfredo Moreno, Cesar Lasso (13 años secuestrados), los intendentes Wilson Rojas, Jorge Romero, Carlos Duarte, Jorge Trujillo y el sargento José Forero (12 años secuestrados).

Estos son los hombres que ustedes tienen encadenados. Vamos a ver si son capaces de entregarlos vivos. A ver si queda algo de dignidad en ustedes, y me refiero específicamente a los jefes, que mandan esos comunicados ¡tan importantes! Que pretenden ser tan “patriotas”. Vamos a ver que hacen ahora cuando todo un país les demanda a gritos ¡Libérenlos ya! ¡Libérenlos ya! ¡Libérenlos ya!