MARÍA CLARA OSPINA | El Nuevo Siglo
Miércoles, 30 de Julio de 2014

El hombre cromañón

 

No hay una región en el mundo donde se encuentre una mayor concentración de cuevas bellamente decoradas por pinturas rupestres que la del Perigord en Francia.

Son ellas la más maravillosa prueba de la presencia y costumbres del  Homo sapiens, elHombre Cromañón (Cro-Magnon); nuestro antepasado prehistórico  que habitó prioritariamente en Europa hace unos veinte mil años, o más, quizás, muchos más.

La región del Perigord está bañada por los ríos Dordoña y Vezier, que crean fértiles valles, limitados por formaciones de rocas calcáreas abundantes en cuevas, las cuales fueron habitadas por los cromañones a finales de la última Era Glacial. Fue, seguramente, la abundancia de agua y caza, y la protección que estos valles ofrecían lo que atrajo a estos cazadores prehistóricos.   

Hay aquí más de una docena de estas cuevas, completamente decoradas con dibujos policromáticos de bisontes, ciervos, caballos, pájaros y peces, además de múltiples símbolos y algunas pocas representaciones, o insinuaciones, de la figura humana, las cuales han sido detalladamente estudiadas y hoy son la más rica herencia que tenemos de nuestros antepasados.

La cueva de Lascaux, de la cual se visita una réplica idéntica, ya que la original no se puede visitar para evitar su deterioro, ha sido llamada la Capilla Sixtina de la prehistoria; es fácil ver de dónde viene esa comparación, pues el techo de la cueva, considerado por los expertos como un lugar sagrado, es un dechado de dibujos sorpresivamente bellos.

En el pueblo de Les Eyzies-de-Tayac, se encuentra el Museo Nacional de la Prehistoria, una verdadera joya de información sobre el Hombre Cromañón y sus costumbres. Quizá, lo más sorprendente es comprobar qué tan iguales eran estos hombres a nosotros. Por ejemplo, con cuánto cuidado enterraban a sus muertos, aun a los niños no natos, cómo ya gustaban de joyas, las cuales hacían con caracoles, huesos y dientes de venado y, naturalmente, cómo amaban pintar y decorar sus viviendas y lugares sagrados.

Pero visitar esta región es más, mucho más que hacer un viaje a la prehistoria. Perigord formó parte  de la Galia, por la que romanos y galos lucharon; hoy es parte de Aquitania, el territorio por el cual franceses e ingleses combatieron la “Guerra de los Cien Años” en la Era Medieval. La región entera es un dechado de castillos plenos de historia, leyendas y personajes.

Recorriendo sus campos se encuentra uno con enormes cultivos de tabaco, girasoles, árboles de nueces y criaderos de patos y gansos, donde se engorda a estas aves para la gran industria del foie gras, “hígado graso”, que hace las delicias de los aficionados a ese plato.

Francia ha logrado recuperar las aguas de los ríos de tal manera que hoy son casi tan limpios como fueron en la época de los cromañones. A sus corrientes han regresado toda clase de peces, inclusive los salmones y aun los esturiones, que siglos atrás fueron abundantes. Si uno quiere, puede tomar una canoa como lo hacen cientos de turistas y como ellos navegar el Dordoña o el Vezier, para visitar las tierras que habitaron los hombres que nos antecedieron.