MARÍA CLARA OSPINA | El Nuevo Siglo
Jueves, 19 de Enero de 2012

Una era sin dictadores

Dicen que soñar no cuesta nada. Entonces, por qué no soñar con una Latinoamérica, mejor aún con un mundo sin gobernantes que fingen ser demócratas cuando son realmente dictadores. Lo mejor de este sueño es que en el 2012 podría ser realidad.
Hugo Chávez se debilita día a día por su enfermedad, la cual él se empeña en negar, pero nadie le cree. También, por el estado de las cosas en Venezuela. Los productos alimenticios básicos, como la leche, el pan y el aceite, escasean. Hay permanentes cortes de energía. La inflación es la más alta del continente y un país que se ufanaba hace unos años de ser uno de los más seguros de Latinoamérica es hoy uno de los más peligrosos. Atracos y asesinatos son la historia de cada día.
Chávez está perdiendo terreno, aun entre aquellas personas que se benefician de mercados, neveras, lavadoras y otras cosas que regala a manos llenas. Tanta plata gastada en “regalos” de poco sirve si no hay seguridad en los barrios ni comida en los anaqueles de los supermercados.
La oposición, hoy más sabia y dispuesta a unirse, ha aprendido de sus errores y se dispone a elegir un candidato único entre un grupo muy interesante de candidatos jóvenes, carismáticos, energéticos y diferentes a la antigua clase política.
Si Chávez es derrotado, sus petrodólares dejarán de sostener regímenes como el de Ortega en Nicaragua. Más importante aún, los hermanos Castro en Cuba habrán perdido a su gran benefactor.
Al otro extremo del mundo tambalea Vladimir Putin, otro que funge de demócrata. Los rusos han despertado de su apatía y han salido en masa a las calles a protestar contra este hombre quien se ha atornillado en el gobierno desde el 2000, astutamente turnándose el poder con su protegido Dmitri Medvedev.
En Siria, los días del dictador Bachar Al Assad parecen contados, aunque seguramente aún se derramará mucha más sangre antes de que el pueblo logre derrocarlo.
La muerte le dio el empujón final al norcoreano Kim Jong Il, el peor de todos los tiranos que murieron, fueron asesinados o depuestos por sus pueblos durante el 2011. Su sucesor, su hijo Kim Jon-un, amante de la buena vida, los prostíbulos, el trago y, dicen algunos, la crueldad, parece ir sobre ruedas, mas el tiempo dirá si es capaz de mantener a su pueblo aterrorizado, esclavizado y muerto de hambre como lo hizo su padre por 13 años y su abuelo, antes de él, desde 1948.
Las comunicaciones han abierto para los pueblos un camino de libertad que antes no tenían. Es difícil para un dictador mantener el control sobre pueblos bien informados.
¿Acaso pueden los hermanos Castro seguir mintiendo al pueblo, si las noticias de un mundo libre se cuelan por las redes sociales? ¿Puede Chávez evitar que el pueblo conozca a los nuevos y valiosos líderes venezolanos? ¿Podrá Putin detener a los rusos que desean un cambio real hacia la democracia?
Hoy creo que no es descabellado soñar con el comienzo de una era sin dictadores.