María Clara Ospina | El Nuevo Siglo
Miércoles, 7 de Enero de 2015

HILANDO FINO

¿Qué pretende China en Latinoamérica?

La  vocación imperial de China es milenaria y es tonto ignorarla o menospreciarla. Por esta razón vale la pena preguntarnos ¿qué pretende el gran dragón en nuestra región? ¿Por qué tanto interés de China en Latinoamérica? Algunos piensan que es un simple e inocente interés comercial. Otros pensamos que sería más sabio analizarlo como un astuto movimiento de ajedrez para controlar el tablero y quizá hacer un jaque mate en la región.

Hasta ahora China ha actuado, aparentemente, solo de una manera comercial, sin mostrar interés expansionista. Los chinos, alegan que la relación China-Latinoamérica es de mutuo beneficio para fortalecer, entre las dos regiones, no solo el intercambio comercial y energético, sino también el educativo y el científico

 ¿Podemos confiarnos en esto? ¿Podemos confiarnos, por ejemplo, en que los miles de hectáreas de tierras compradas por los chinos en algunos de nuestros países, como Colombia, son solo para sembrar y producir alimentos? ¿O son acaso mojones de nuevas fronteras? No veo conveniente que una nación, un imperio como el chino, se adueñe poco a poco de nuestras tierras.

China ha invertido fuertemente en nuestros países. Según el Instituto de Gobernanza Económica Global de la Universidad de Boston, China otorgó 102.000 millones de dólares en préstamos a América Latina entre 2005 y 2013. Esto hace que cada día la región este más endeudada con el gigante oriental y dependa más de sus relaciones comerciales, las cuales ya superaron los 200.000 millones de dólares.

En el momento China es el primer mercado de Brasil y Chile y el segundo de Perú, Cuba y Nicaragua; además, en esta nación centroamericana acaba de iniciar la construcción de un costosísimo canal interoceánico, que le dará enorme control sobre la región del Caribe. Es tanta la influencia de China en la región que el próximo foro de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), se llevara a cabo en Beijín.

No en vano Estados Unidos se ha apresurado a hacer las paces con Cuba. Es claro que uno de los propósitos de tan estruendoso cambio de actitud hacia la política represiva de los Castro es hacerse fuerte en una región donde a grandes pasos está perdiendo influencia, mientras China cada día adquiere más poder.

Supuestamente, la urgente necesidad de suministro energético: petróleo, gas, carbón y otros minerales, y de obtener algunos productos agrícolas como la soya, es lo que ha movido los ojos de los chinos hacia Latinoamérica. También es obvio el deseo de abrir nuevos mercados a sus manufacturas.

Pero no debemos olvidar el permanente deseo de este imperio de promover sus ideas comunistas, de expandir su poder político. No me cabe la menor duda de que este es finalmente su mayor propósito ¿Queremos acaso convertirnos en satélites de un gobierno represivo donde las libertades no se dan, donde todo lo controla el Estado y el partido comunista es el único dios, dueño y señor de la vida y los bienes de sus habitantes?

No seamos inocentes. Sin duda el gran interés y la fuerte inversión de China en el área despiertan sospechas y crean preguntas que deben ser seriamente sopesadas.