MARÍA CLARA OSPINA | El Nuevo Siglo
Miércoles, 11 de Julio de 2012

La reconciliación franco-alemana

 

El 8 de julio de 1962, hace precisamente 50 años, el general Charles De Gaulle y el canciller alemán Konrad Adenauer entraron a la Catedral de Reims, acompañados por una muchedumbre emocionada. De Gaulle y Adenauer sellaron así ese día un pacto de reconciliación entre los pueblos de Francia y Alemania.

La ciudad de Reims, llamada la ciudad “mártir” por haber sido casi totalmente destruida durante la I Guerra Mundial, fue testigo del valeroso e histórico acto de estos excepcionales líderes, quienes vivieron en carne propia la lucha y luego la desolación de sus naciones una vez terminada la II Guerra Mundial.

 

Digo valeroso, porque se requiere gran coraje para perdonar crímenes atroces como los cometidos entre estas naciones vecinas durante la guerra franco-prusiana y las dos guerras mundiales del siglo XX.

Una placa firmada por De Gaulle y Adenauer, colocada a la entrada de la catedral bajo el pórtico central, dice: “Hoy estrechamos nuestras manos y nuestros corazones. La paz se engendra en un laboratorio de amor. Los minerales de su creación son la justicia y la caridad”.

 

No ha sido Reims ajena a la grandeza. En su catedral se coronaban como reyes a los delfines de Francia. Fue aquí donde Juana de Arco jugó su importante papel en la historia de la nación gala. En el famoso óleo de Dominique Ingres vemos a la joven heroína, en 1422, ataviada con su cota de malla, portando el estandarte francés durante la coronación de Carlos VII, después de liberar de los ingleses a Orleáns y a Reims.

Fue también en Reims donde, el 7 de mayo de 1945, se firmó la rendición de Alemania que dio fin a la II Guerra Mundial.

 

Hoy, a 50 años de la reconciliación, la amistad entre estas dos naciones es un hecho. Se puede decir que Francia y Alemania se han convertido en las columnas principales de la Unión Europea y son, sin lugar a dudas, grandes colaboradores entre sí.

El 8 de julio pasado se reunieron en la majestuosa catedral para conmemorar el mencionado evento el presidente de Francia, Francois Hollande, y la canciller alemana, Ángela Merkel. En la noche se presentó sobre su fachada un maravilloso espectáculo de luz y sonido, donde las figuras, inclusive el famoso “ángel sonriente” de su tímpano, se cubrieron de colores y parecía hubieran adquirido vida.

Este acto de reconciliación debe ser un ejemplo para otros pueblos que buscan sanar, al parecer, imperdonables heridas de violencia y guerra.

Para Colombia, a puertas de comenzar una reconciliación, es valioso comprender que por más doloroso que haya sido el pasado, en algún momento se debe comenzar un proceso de sanación.

Claro, primero debe existir un acto de contrición y una aceptación de la derrota, como ocurrió con Alemania en las dos grandes guerras.

En Colombia, lamentablemente, las Farc aún no cumplen con estos requisitos, no están arrepentidas, ni se sienten derrotadas.