MAURICIO BOTERO MONTOYA | El Nuevo Siglo
Lunes, 20 de Enero de 2014

El disenso

 

Los  fallos judiciales no acaban con el disenso, mucho menos si son fallos administrativos que hieren al constituyente primario alegando no comprobados riesgos sanitarios, tal como ocurre en la destitución del alcalde de Bogotá. Lo veremos en las elecciones de marzo.

Se benefician de este fallo los negociantes de las basuras y algunos urbanizadores. Los que monopolizan el reciclaje y aplauden la penalización de la competencia del sector público. Y quienes construyen sobre humedales. El fallo así mismo da la razón a los profesores Robinson de Harvard y Acemoglu de MIT quienes en su texto “Porque fracasan las naciones” consideran que la prosperidad colombiana es de corto aliento, debido “a la incapacidad de la clase dirigente en generar instituciones incluyentes”.

El otro gran perjudicado es el candidato de Uribe ¿Cómo es qué se llama? Le quitaron el espacio y el oxígeno político en los meses claves de noviembre a marzo… Lo mencionan apenas Tola y Maruja para decir que no nació en Pensilvania sino en Transilvania. Y pocos parecen percatarse de que así como la extrema estupidez de las Farc catapultó a Uribe en las elecciones del 2002, la decisión simétrica de su aliado ideológico acaba de enterrarlo. Son las deliciosas paradojas de la política.

Hay un cuento sobre un gigante porta aviones que al navegar cerca de Canadá, recibió un mensaje urgente diciéndole que cambiaría de inmediato el curso hacia el sur-oeste. El capitán estadounidense indignado le respondió que su porta-aviones tenía todo el derecho a navegar por esa ruta y que le sugería más bien al otro desviarse al nor-este. Enseguida le respondieron: Haga lo que quiera, pero le advertimos que está comunicado con un faro.

Los que celebran haber obtenido un triunfo aferrados a un inciso de higiene pública no se dan por enterados que han perdido políticamente a Bogotá en una carrera presidencial. ¡Qué sigan navegando orondos!

Y como en esa carrera está el actual Presidente, falta por ver si no toma alguna otra decisión.

Viene también la apelación internacional.

Si no se acata, existe la gran posibilidad de que la nación sea obligada a pagar los costos económicos de la elección, brazos caídos etc. de Petro. Suponemos que el lefebrista exprocurador para entonces, abonará con su pecunio lo que deberemos pagar los contribuyentes.

La clase política criolla es la única de América que no ha logrado pacificar a su país. Y los leguleyos cada vez con menos apoyo popular, desmoronados sus partidos por nepotismo y corrupción, siguen creyendo que los fallos acaban con el disenso.