MAURICIO BOTERO MONTOYA | El Nuevo Siglo
Lunes, 30 de Enero de 2012

 

Del periodismo

 

Los títulos universitarios no acortan las orejas, como advertía Faustino Sarmiento quien ideó el sistema académico argentino y podría añadirse: la libertad de palabra no garantiza que los beneficiados por ella tengan ideas perdurables por decir.

El género periodístico, punto benéfico de la libertad de expresión, es consustancial al siglo XX pero como es fama nada hay más anacrónico que el periódico de la víspera y el periodismo libérrimo como puede serlo es un género para el olvido. No es una literatura para la memoria. Latinoamérica tiene como particularidad histórica el no haber tenido siglo XVIII y aquí el Iluminismo racionalista fue una curiosidad foránea. Así la libertad de expresión sólo florece como excepción que por la norma. Tiranías de la Derecha o por excepción de la norma; dictaduras de la izquierda.

De suerte que esa libertad, ideada por los enciclopedistas para defender al individuo del Estado, no se da con frutos en America Latina. Sus habitantes, sin embargo, tampoco son filo-estadistas y descreen visceralmente de toda burocracia talvez por el hecho ostensible de que sus gobiernos suelen ser pésimos. La palabra para la oposición latinoamericana en más de una ocasión es inútil y si no encarnizada pocas veces fatal, por eso tal vez las publicaciones revolucionarias del colombiano son mediocres pero las guerrillas en cambio, muy activas.

Mientras no se logre resolver esa lucha muda y cambiar una mentalidad enraizada, la lucha por la autonomía económica nacional conducirá quizás a un mero cambio de denominación ideológica. En vez de aprender inglés se pondría de moda el chino que es ya para nosotros tal vez más difícil.

La respuesta a ese problema de forjar una óptica propia es filosófica precisamente por estar involucrado en la inmediatez histórica, en la práctica cotidiana. El periodismo está cambiando con la cibernética. Los programas mismos de la televisión se sienten obsoletos. Aquí los dos noticieros RCN y Caracol son cloacas miserablistas como lo denunció el cura Llano. Son simples megáfonos de casos de comisaría policial.

La sobrevivencia frente a la comunicación instantánea, según creo, es la densidad analítica y no la frivolización. Esa podría ser la tabla de salvación, el horizonte del papel periódico.