Mauricio Botero Montoya | El Nuevo Siglo
Lunes, 23 de Noviembre de 2015

DOLOR EN PARÍS

Tríptico de la infamia

Europa comienza a cosechar el terror que ha sembrado en el Oriente Medio desde hace  un siglo con el desmembramiento del Imperio Ptomano. Lo que ahora sufren no es el comienzo ni el final sino el corolario de un mundo que gira en torno de los hidrocarburos. Qué dolor el que vimos en París y qué dolor el que no vimos en los noticieros, el de los cien mil ciudadanos también inocentes asesinados por los bombardeos de Bush, hijo, en Iraq. Y los muertos apenas tratados como etcéteras en Siria y Libia, o en el apartheid palestino. Cuya cuasi omisión en los noticieros occidentales se debe a que están allá. La publicidad recortada a los persas y árabes asesinados es un silencio con perfil etno-céntrico prejuicioso de los colonialismos. Los crímenes de la OTAN no son menos criminales. El holocausto judío no borra la brutalidad en Palestina llevada a cabo por Israel. 

El terrorismo que brota de Oriente es distinto al promovido por los Estados nación occidentales. El uno puede ser ubicuo sin ocupar territorio permanente y estalla en cualquier parte, el otro sale de naciones con intereses. El uno alega causas religiosas como en la notable novela de Pablo Montoya El Tríptico de la Infamia, con el trasfondo de las guerras religiosas europeas y a quien sorprendió en Francia el brutal atentado. Y el otro pretexta que sus bombas traerán la libertad a las tribus bombardeadas. El asunto es que los conceptos de Estado Nación y la definición jurídica de guerra son anacrónicos. Hay una guerra que no es una guerra en sentido estricto del derecho internacional. Aun sí es claro que hay intereses geopolíticos. Al punto qué, cuando el primer Bush hizo retroceder a Sadam Hussein de Kuwait, se negó a derrocarlo. Sabía que Iraq es una ficción legal, no una nación. Que Sadam unía a un precario conglomerado de sectas en torno de sí. El sucesor dinástico de Bush, en cambio, invadió a Afganistán triplicando bajo su mando las exportaciones del narcotráfico  y destruyó a Irak generando un vacío de poder que llenó ISIS. Y procedió con su aliado inglés Tony Blair a triplicar la extracción de petróleo para la BP en Irak. Allí repartió sin licitación la multimillonaria “reconstrucción de Iraq” entre diez compañías, nueve de las cuales habían financiado su candidatura. Él agresivo Gobierno francés lleva meses en bombardeos que no salen en la TV. Y que por lo tanto no existen para los televidentes occidentales. Pero cuyos jóvenes tampoco desean pelear para favorecer petroleras que retrotraen al mundo a depender de combustible fósil como energía preferente.