MAURICIO BOTERO MONTOYA | El Nuevo Siglo
Domingo, 31 de Julio de 2011

EE.UU.


“Potencia que es la última salvaguardia del mundo occidental”


ROMA  fue el máximo imperio que ha tenido el mundo occidental y es además su símbolo: gana todas las guerras excepto la que vive dentro de ella.
Estados Unidos se ha negado a ser un imperio. No siguió anexando territorios. Se negó a conservar como suyos países enteros tras las últimas dos Guerras Mundiales.

Roma entregaba provincias a sus legionarios para ser pobladas. Quería así llevar la cultura, el idioma y los valores del imperio al África, al Asia, al mundo. Roma vivió un continuo combate interior, una prolongada guerra civil entre facciones encontradas. Escipión, desde los Gracos, pasando por Mario, Clodio y César, que abogaban por una reforma agraria, límites al agio y un ejército profesional. Esta tendencia fue considerada demagógica por Catón, Cicerón y la familia Bruto, que defendían la forma tradicional de hacer las cosas. Al imponerse la primera tendencia con el gobierno de Augusto, se consolidó el imperio con la conquista del Mare nostrum desde España a Egipto.


EE.UU. es la potencia del Océano Atlántico y el mundo se mueve hacia el Pacífico. Estados Unidos tiene varias tendencias centrípetas, varias divergencias. La primera, ya superada, la divergencia entre la pluralidad y la unidad. La autonomía de cada uno de los cincuenta Estados y el poder federal. La otra contradicción fue del principio de igualdad ante la ley y el esclavismo. Esta contradicción larvada estalló en guerra civil en la sexta década del siglo XIX. No porque el norte se opusiese al esclavismo, como comúnmente se cree, sino por la colonización del lejano oeste. Allí, según la Corte Suprema, no se debería imponer el sistema esclavista que contravenía el principio de igualdad. El sur hizo caso omiso a la advertencia, envió tropas y empezó la guerra. Pero lo cierto es que Lincoln, de origen republicano, no se oponía al esclavismo y en el norte existía la esclavitud. Se oponía a su difusión en California y el oeste. Esto le costó la vida, como a César, con sus planteamientos agrarios.


Ahora la contradicción estadounidense se agudiza en torno de la concentración de la riqueza. Una polarización brutal y creciente que amenaza la existencia misma de la gran clase media. Un sector plutocrático incrustado en el tea party, soporta con gran resignación cristiana la reproducción de la miseria ajena. Y otros, como Bill Gates, Buffet y el pensador Peter Drucker, buscan la respuesta que salve de la catástrofe. Drucker decía que la frase “Es la economía, estúpido” se ha convertido en “Es la sociedad estúpido”. Si no se logra una respuesta, Estados Unidos no sobrevivirá como potencia frente al embate asiático. Reto que puso en evidencia Japón y, luego, China. Esa es la guerra interior que bien puede dar al traste, no con el imperio, pero sí con esa gran potencia que es la última salvaguardia del mundo occidental.