MAURICIO BOTERO MONTOYA | El Nuevo Siglo
Lunes, 14 de Mayo de 2012

De Pekín a Pekín

Desde el inicio de este siglo E.U. ha ido progresivamente perdiendo liderazgo en América Latina. Los ocho años de gobierno Bush estuvieron centrados en los intereses geopolíticos de Washington en el Medio Oriente y en sus guerras, inganables, en Afganistán e Irak.

El efecto neto es que países como Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay, Ecuador, Venezuela, y varios más han generado una corriente alterna distinta, aunque no antagónica, a la norteña. Cada vez se afianza más la tesis internacional del Respice Simila, de consolidar intereses comunes con los vecinos antes de negociar con el Norte.

Contra esa tesis surgió la reacción del entonces gobierno colombiano de Álvaro Uribe, quien pretendió convertir a Colombia en una flecha en el costado de esa nueva tendencia alterna. Quiso aprovechar la tesis Bush contra el “eje del mal” y convertirse en una suerte de Estado de Israel. De ese modo hostilizó a Ecuador, Venezuela y a Brasil, con la esperanza de fortalecer la relación con Washington, pero E.U. mantiene políticas estratégicas más allá de las predilecciones personales de sus efímeros gobernantes.

Fue inútil que Uribe se manifestara a favor de la guerra de Bush contra Irak, que le entregara siete bases militares sin consultar al Senado, que catalogara a Chávez de pro-terrorista. ¡El gobierno de E.U., dependiente del petróleo venezolano, se declaró “neutral” en el enfrentamiento! Y ante la agresión de Uribe a Ecuador con fumigaciones aéreas ilegales, dijo atenerse a la ley internacional.

Ahora el presidente Santos, con buen sentido de la oportunidad, visita a China. El segundo mayor comprador de productos colombianos. Santos aprovechó el impulso internacional que le dio la Cumbre de las Américas en Cartagena. Impulso que el localismo resentido no logra entender. Y con esa plataforma busca socios para desarrollos claves de la economía en la nueva geopolítica mundial.

En materia de infraestructura y diplomacia, el actual Gobierno debe recuperar los ocho años de atraso que recibió del anterior capataz. Sólo este recuerdo ilustrativo: en el año 2005 cuando los principales jefes de Estado se reunieron en Roma por el entierro del muy célebre Juan Pablo II, al entonces presidente Uribe le pareció oportuno ¡visitar a Pekín!