¿Habremos perdido la vergüenza, la razón o será que el mundo tomó otro camino? Cuando se observa lo que está ocurriendo en nuestro entorno, en el vecindario y en el orbe, cabe preguntar: ¿Hasta dónde llegaremos, habrá algún dique, o un nuevo camino que detenga esa forma frenética que, con placer, nos lleva hacia el abismo?
El mundo está amenazado por Isis. Exacerbadas mentes suicidas se desplazan por el planeta buscando imaginarios enemigos para destruirlos y castigarlos, por infieles.
Estados Unidos, Francia y demás naciones bajo la mira del Estado Islámico, ven con asombro cómo sus propios súbditos son alienados y puestos al servicio de este terrorismo.
En esa oscuridad, en esos recovecos del desorden y en las diferentes esferas sociales, aparecen con descaro otros tradicionales agentes del desastre, esos que se apropian de todo, sin importarles los perjuicios, los daños y los crímenes a las comunidades.
Se encuentran por todas partes, pero con mayor énfasis en la política. Rondan por calles, ciudades, poblaciones, campos, desiertos y ubérrimos territorios. Aprovechan su mal habida riqueza y, la influencia que ella les da en la sociedad y en los medios, para apoderarse de todo.
Con toda arrogancia exigen contratos, prebendas, posiciones y cuanto haya a su alcance o fuera de él. Lo acabamos de observar en La Guajira en donde se apoderaron de la comida de los niños. No se apiadaron de las comunidades que lloraban y sepultaban a sus hijos. Es increíble que estas prácticas corruptas perduren por años y crezcan sin control alguno. Los políticos y los gamonales están al acecho de los presupuestos. Los dineros de las regalías que despilfarraron y se robaron en las regiones mineras y ricas en recursos naturales, ahora son rastreados y perseguidos por los de esas áreas que estaban excluidas. Quieren la tajada que creen les corresponde.
Y nada qué hacer. Solo el contralor Maya se ha ocupado del asunto, porque al Procurador, lo tienen sin cuidado los inocentes infantes que mueren de hambre. Su objetivo es una candidatura.
En este enloquecido mundo, no podíamos quedarnos atrás: el “ponqué” es muy grande y queda mucho por repartir. Dios quiera que la paz que nos llega, a pesar de los torpedos, remedie esta desvergüenza nacional.
BLANCO: Hacía falta un David, para eliminar la Goliat-mafia de los celulares robados.
NEGRO: El cartel del azúcar que sube precios, para pagar la multa por especulación.
gabrielortiz10@hotmail.com