Sí, en ocasiones los dioses ciegan a los hombres a los que quieren perder y a mí me cegaron sin remedio en el pasado a la hora de formarme una opinión de José Luis Rodríguez Zapatero y de Pedro Sánchez. Una opinión que fue sobre ambos francamente favorable pero hoy pienso que son los peores jefes de gobierno de nuestra recuperada democracia. Y digo los peores porque entiendo que el deber de los políticos es resolver problemas y no crearlos.
Zapatero es pasado dirán algunos, pero la realidad es que anda de un lado a otro defendiendo causas incomprensibles, amén de que, muchos de los problemas que arrastramos hoy, tienen que ver con su gestión como Presidente. En cuanto a Pedro Sánchez no tengo más remedio que entonar el mea culpa: cuando le conocí me convencí yo solita de que podía ser el hombre que necesitaba el PSOE para su renovación, para poner a punto a su partido y enfrentar los nuevos retos de la sociedad del siglo XXI y ser el Presidente de Gobierno que necesitaba España. Joven, decidido, socialdemócrata, con experiencia en Europa... en fin parecía un mirlo blanco. O yo me lo creí porque no supe ver más allá de la superficie.
Uno se puede confundir una vez, pero dos... y yo me he equivocado dos veces en cuanto a líderes del PSOE se refiere.
Lo cierto es que me pesa decir que pienso que Pedro Sánchez solo alberga ambición. Ambición de ser y estar, y que para ser, en este caso Presidente, y estar por tanto en el Poder está demostrando ser capaz de todo. No le sobran escrúpulos.
Las modificaciones legales en el Código Penal a medida de los líderes separatistas de Esquerra que, intentaron derogar la Constitución proclamando una República en Cataluña, son lisa y llanamente vergonzosas. Son modificaciones "ad hoc" hechas exclusivamente para que Puigdemont, Oriol Junqueras y compañía vuelvan a primera línea de la política sin ninguna tacha. Se está legislando a medida de las reivindicaciones de los partidos independentistas modificando, por ejemplo, la figura de la malversación, que supone que mientras el malversador no se lleve al dinero a casa no pasa nada, aunque ese dinero se utilice, pongamos por ejemplo para convocar un referéndum ilegal.
Pero, por si fuera poco, el Presidente y su Gobierno han decidido modificar los requisitos de elección de los miembros del Consejo General del Poder Judicial y de paso los del Tribunal Constitucional.
Vaya por delante que me parece inaceptable que el PP haya boicoteado hasta el momento la renovación del Consejo General del Poder Judicial por motivos tan impresentables como su miedo a perder la mayoría en los órganos jurisdiccionales. Por tanto, estoy de acuerdo que hay que modificar la ley para evitar que ningún grupo político pueda "secuestrar" las instituciones. Pero dicho esto, esa modificación no se puede hacer a las bravas y por métodos más que dudosos que suponen un auténtico desprecio a la Justicia y a nuestro ordenamiento jurídico, ya que cualquier modificación legal de esa envergadura debe hacerse por consenso.
Por cierto, que a ese secuestro del CGPJ han contribuido los consejeros socialistas que no se han movido de sus puestos. Podrían haber dado ejemplo dimitiendo. Pero claro, eso les habría supuesto perder empleo y privilegios. O sea, que no es que unos sean más inocentes que otros.
Lo que sí creo es que este Gobierno ha enterrado definitivamente a Montesquieu, lo cual es la peor de las noticias.
Dicen que Sánchez pretende hacer todas estas modificaciones cuanto antes para así no tener que enfrentarse a un problema de opinión pública cuando se celebren las próximas elecciones. Y dicen también que confía en que cuando llegue ese momento la sociedad se haya olvidado de sus desmanes porque cree que la memoria tiene las piernas cortas. Confía también en los errores de Alberto Núñez Feijóo tanto como Núñez Feijóo confía en los errores de Sánchez para sucederle.
En mi opinión, Pedro Sánchez gobierna convencido de que el fin justifica los medios. Pero le falta "fineza" (que dicen en Italia) y al final es un alumno mediocre de Maquiavelo, mediocre porque cada decisión que toma se convierte en escándalo y sobre todo es percibido por una inmensa mayoría de ciudadanos como un político capaz de todo. Y realmente lo es.
Pedro Sánchez, hasta el momento, ha propiciado más problemas de los que ha resuelto. Siento decirlo, pero nuestro país está peor hoy que cuando él llegó al Poder y lo que está haciendo con la Justicia es más de un régimen autocrático que de un país democrático.