Un acuerdo de paz y los alegres carnavales son oportunidades propicias para el amor. Las mujeres que antes combatían en la guerrilla, ahora han entregado su corazoncito a los sueños del amor. Igual en los carnavales, al son de la música y de las comparsas comienzan nuevos sueños, de los cuales nacerán hermosos bebés, que serán el futuro de una nueva nación.
Firmado el acuerdo de paz, se establecieron unos campamentos veredales donde se concentrarán los guerrilleros, allí harán entrega de las armas para luego participar en la vida política. Igualmente, ya se ven hermosas mujeres amamantando a sus bebés recién nacidos, tejiendo cobijitas para ellos.
Podríamos afirmar, con seguridad, que estas madres no volverán jamás a la guerra. Ellas se dedicarán a la crianza de sus bebés, cultivarán la tierra, las veremos con atuendos maternales, desarrollando libremente su instinto maternal.
Igual que en la Odisea, obra magistral de Homero, la bella Penélope ante la ausencia de Ulises que se va a la guerra de Troya, se propone tejer un sudario, con el fin de prolongar el mayor tiempo posible elaborando este tejido. Nunca pensó ir a la guerra.
Es notorio el impulso maternal que empuja a una madre a actuar por su bebé, a ocuparse de él sin reflexionar, sin abandonarlo e incluso sacrificándose por él, ocupándose permanentemente por el bebé, lo que le impedirá volver a utilizar sus armas.
Desafortunadamente, en otros tiempos de confrontación armada, a las mujeres les estaba prohibido quedar embarazadas, y si lo hacían inmediatamente tenían que abortar, aún contra su voluntad, de lo contrario eran sentenciadas a la pena de muerte.
Para estas mujeres que están sembrando la semilla de la paz, hubiera sido importante concederles el Premio Cafam a la mujer, cuyo objetivo es “destacar valores y sentimientos de amor, solidaridad, bondad, abnegación, humildad y servicio, fundamentales para generar bienestar comunitario”, en este caso generadoras de paz.
Los premios no solamente deben ser concedidos a unos personajes que firman un acuerdo, sino también a otros personajes, especialmente mujeres que abandonan la violencia, para vincularse a un trabajo, con sus manos, con su corazón, con su inteligencia para transformar verdaderamente una sociedad.
Por ello, en este mes en el que celebramos el Día Internacional de la Mujer, es deber patriótico reconocer su vinculación a una sociedad civilizada, donde se trasformarán en unas blancas palomas de paz, con su amor y con todo su corazón.