Termina un año en el que todos los colombianos bebieron el néctar de la corrupción, sorprendidos con tantas denuncias sin que aún se haya aplicado justicia a los delincuentes de cuello blanco.
Participamos en una consulta anti-corrupción impulsada por un destacado grupo de cantantes que entonaban al unísono corrupción, corrupción, son, son. Gracias a ese coro celestial estuvimos muy cerca del umbral para obtener la legitimidad de dicha consulta.
Pero la democracia sigue, por ello es necesario resaltar las afirmaciones del escritor Jason Brennan en su obra “Contra la Democracia” al advertir: “la democracia sólo se valora por sus resultados y éstos no son buenos. El votante medio suele estar mal informado o ignora la información política básica, lo que hace que apoye medidas políticas y candidatos con los que en realidad no está de acuerdo, o incluso, va en contra de sus propios intereses. A menudo también ocurre que la participación en la deliberación política nos vuelve más irracionales, sesgados y crueles”
El expresidente Alfonso López precisamente exclamaba cuando recibía alguna crítica: “palo porque bogas y palo porque no bogas”
Así mismo, tenemos una sociedad descuadernada, los padres violan los derechos fundamentales de sus hijos, y a su vez sus hijos van como ruedas sueltas sin ningún norte.
En la familia, núcleo fundamental de la sociedad no existe una coherencia moral para formar nuevas generaciones.
Por ello es necesario revivir hechos históricos para traer a la memoria aquellos héroes y heroínas que hemos olvidado, pero que han dejado una huella moral con su gran proceder frente a los intentos de sobornos, lo que hoy modernamente se denomina la mermelada.
Al cumplir 200 años de la Independencia, es bueno recordar a Pedro Pascasio Martínez, hombre que rechazó el soborno del más alto militar español José María Barreiro.
En tiempos pasados también existieron mujeres ilustres, que no necesitaron una ley de equidad de género para servirle a su patria, Manuela Beltrán, Policarpa Salavarrieta.
El diario El Tiempo trajo a la memoria el nombre de esa gran mujer, María Rosa Lazo de la Vega, que con su ayuda permitió mantener organizadas las tropas facilitando realizar la ruta libertadora. Ella era la propietaria de la hacienda Tocaría -ubicada en Nunchía, Casanare- alimentó y dio refugio a la tropa independista durante más de cuatro años.
Quizás recordando momentos brillantes de otras épocas, la lucha libertadora nos permita retomar los valores éticos y morales para construir una nueva Colombia de los próximos 100 años.
Siendo Colombia un país legalista, donde todo debe estar regido por la Constitución y las leyes, nuestro deber es obligar a los honorables padres de la patria para que aprueben una ley de equidad y género que le permita a nuestras mujeres disfrutar de unas garantías en cuanto a la igualdad y participación en las decisiones que requiere el Estado en los tiempos modernos.
Botamos la llave de la moral al mar. Nuestro deber es el de rescatarla para que podamos vivir en paz.