Monseñor Libardo Ramírez Gómez* | El Nuevo Siglo
Domingo, 7 de Diciembre de 2014

Por erradicación de esclavitud

 

Frente al hecho de la esclavitud, factor existente entre los humanos a través de siglos y milenios, han sido muy diversas las posiciones según religiones y culturas. Distintas han sido las situaciones en las que según los pueblos se ha colocado a los esclavos, desde situarlos como “cosas” sobre las que se tiene posesión, hasta un trato familiar, semejante al que se da a un hijo. El pensamiento cristiano ha influido a suavizar el trato dado al esclavo, aunque ha soportado esa figura por sumisión a leyes tan ancladas en las costumbres de las varias naciones y épocas.

Impactante para la sociedad humana, la preciosa carta de S. Pablo a Filemón, estando en plena vigencia leyes civiles que autorizaban la esclavitud. El Apóstol considera al esclavo Onésimo, hecho cristiano como parte de su corazón y que merece trato igual que a él que un día reclamó titulo de tanto honor como “ciudadano romano” (Hech. 22,25-29). En busca de suave trato entre los humanos, el apóstol Pedro pide a los esclavos que “sean sumisos, con todo respeto a sus dueños… aun a los severos” (I Ped. 2,18). Pero S. Pablo señala la igualdad humana ante Dios, y, en esa dimensión, “ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer” (Gal. 3,28).

Nada extraño, entonces, que el Papa Francisco, en su mensaje para iniciar el año 2015 haya escogido insistir en el tema de la fraternidad fundamento y camino de la paz”, y, extendiendo la plena práctica de ella haya reclamado: “ya nunca más esclavos”.Advierte el Papa, que, aunque en las leyes haya desaparecido la aceptación de la esclavitud, existe, sin embargo, en nuestros días “mentalidad esclavista en el inhumano trato de mujeres, en explotación del hombre, por el hombre” o  de éste por los gobiernos totalitarios. Erradicar todas esas esclavitudes de la sociedad de hoy es el clamor del Pontífice.

No es tema nuevo en las enseñanzas de los pontífices sobre el tema social, pues es el mismo Papa Francisco quien en su Encíclica La alegría del Evangelio clamara contra la “economía de la inequidad”, y ese “juego de la competitividad”en donde “se considera al ser humano, en sí mismo, como bien de consumo” (n. 53). Pone el Papa en guardia de desmedidas reglas de la economía que llevan a “procesos de deshumanización”, con millones de nuevos esclavos a pesar de los avances técnicos y convirtiendo a gran parte de los humanos no en sujetos sino objetos de la economía. Se dolía, el Papa, en su aludida Encíclica de la indolencia del poderío económico, de la búsqueda egoísta de la riqueza, con tan poco aprecio de los humanos que ayudan a producirla, y de “una globalización de la indiferencia”, ante la fatiga y dolor humanos, hasta llegar a “volvernos incapaces de compadecernos” (n. 54).

Todo ese empeño por vivir en ambiente de justicia social, salvador de la humanidad, que proclama el mensaje cristiano, vivido ejemplarmente por S. Pedro Claver, redentor de los esclavos, fundamentado en el respeto al ser humano desde su primer derecho como es el de su vida, ese sí es piso firme a la paz. Sin práctica real del respeto a la vida, con rechazo a toda violencia armada, a todo aborto o eutanasia, no habrá paz, y serían la humanidad y las naciones esclavas de prácticas inhumanas más graves que las mismas leyes de esclavitud de las que se reclama erradicación. En Turquía el Papa acaba de reclamar contra el terrorismo interreligioso como camino a la paz, algo necesario en Colombia, con abjuración de él entre hermanos, más urgente que conversaciones interminables, si se quiere llegar a la paz.

Nada de esclavitud entre humanos, pero sí “esclavos del Señor”, como María Santísima (Lc. 1,38). Ella nos libre de esclavitud del vicio y del pecado, y nos dé la alegre libertad de los hijos de Dios con la que “Cristo nos ha liberado” (Gal. 5,1).

monlibardoramirez@hotmail.com

*Presidente del Tribunal Ecco. Nal.