MONSEÑOR LIBARDO RAMÍREZ GÓMEZ* | El Nuevo Siglo
Domingo, 4 de Noviembre de 2012

Leales colaboradores del Papa

 

Una  delas cualidades más bellas es la lealtad. Un dirigente para que sea realmente comprometido con una comunidad, y cada uno de sus colaboradores, debe cultivar esa cualidad que podemos calificar de “sagrada”. Ya lo ha dicho el Libro Sagrado: “lo principal que se reclama de un administrador es que sea leal” (I Cor. 4,1).

Entre las personas con mayor responsabilidad en el mundo está el Papa, Vicario de Jesucristo en la Tierra, cabeza de esa tan respetable organización, la Iglesia, que lo ha hecho presente en el mundo por más de dos milenios.  La fuerza de su reinado está en ser fiel a su misión del propio Jesucristo “dar testimonio de la verdad”, con la consecuencia de que: “todo el que es de la verdad, escucha mi voz” (Jn. 18,37).

Ser leal al representar a Cristo en la Tierra, obediente a Él más que a los hombres, como S. Pedro, primer Papa (Hech. 4,18-20), es punto clave para el éxito verdadero de un Pontífice Romano. Para cumplir misión de tanta responsabilidad, fuera de la asistencia celeste que ofreció el Redentor a su Iglesia (Mt. 28,20), el Papa, requiere el apoyo de sus inmediatos colaboradores, y estos son los “Cardenales”, cuyo mismo nombre significa “firme apoyo”. Entre ellos han estado ya siete colombianos, y, ahora, por confianza en la fe y fidelidad de nuestra Nación, ha sido designado como el octavo el eminente Arzobispo de Bogotá, Rubén Salazar Gómez. Para cumplir esa misión deben estar estos colaboradores del Papa impregnados, ante todo, de esa lealtad que hemos destacado, y “hasta el derramamiento de su sangre”.  Este compromiso está pregonado en el color rojo de sus vestiduras características.

Jesucristo dejó a “su Iglesia” solamente quien la gobernara, Pedro (Mt.16, 13-19), y designó para difundirla el grupo de los Doce Apóstoles (Lc. 6,19),  a los que dio  poderes para realizar su misión. Pero no señaló Jesús estructuras especiales, y es así como el grupo de los creyentes, dirigido por Pedro, sustituyó a Judas para completar el número significativo de los Doce (Hech. 1,15-20), estableció Diáconos (Hech.6) y fue designando colaboradores de los Apóstoles.

Al principio no se estableció nada oficial para la sucesión de Pedro y subsiguientes obispos de Roma, sino que los presbíteros de esa comunidad hacían la elección, con acatamiento a éstos de parte de los demás obispos del mundo, como autoridad central y signo de unidad. Desde el pontificado de Silvestre I (314 a 335) se comenzó a hablar de “cardenales”, como puntos de apoyo para los obispos de Roma, pero fue solamente bajo Pascual I (817 al 824) cuando se estableció oficialmente ese titulo, y a solo siete (7), designados como tales, se les confío la elección del Papa. El Papa Juan XXII (1316-1334) elevó a veinte (20) el número de ellos, y Sixto V determinó que fueran setenta (70), número significativo para judíos y cristianos. Ese número se mantuvo hasta que Paulo VI amplió su  numero hasta más de cien  (100). Con el correr de los siglos se fueron designando como cardenales, por los Papas, a personas de distintos continentes.

El Código de Derecho Canónico tiene once (11) Cánones dedicados a presentar la misión de los cardenales y diversos detalles sobre ellos (CC. 349 al 359). Se señala, allí, su primordial misión de elegir al Romano Pontífice, y ser sus colaboradores en el gobierno universal de la Iglesia o  directos Pastores en algunas sedes episcopales, aun de países lejanos.        

Que un país como Colombia tenga representación en el Colegio Cardenalicio, siendo ya el octavo Rubén Salazar, es un honor pero también un compromiso de lealtad a una Iglesia que tanto bien ha hecho en nuestro país, y cuyo benéfico mensaje ha de ser escuchado como oportuna recomendación para el bien y progreso de la Patria.   

monlibardoramirez@hotmail.com

*Presidente del Tribunal Ecco. Nacional