MONSEÑOR LIBARDO RAMÍREZ GÓMEZ | El Nuevo Siglo
Domingo, 9 de Diciembre de 2012

Dos actitudes ante infancia de Jesús (I)

 

Con qué gozo, verdadera fruición espiritual, hemos recibido muchos el tercer estudio sobre Jesús de Nazaret hecho por el sapiente, sencillo y piadoso Pastor Benedicto XVI,  Joseph Ratzinger. Despojándose de la pompa de deficiniones dogmática, pero sin echar pie atrás en ninguna de  ellas, revestido del humilde ropaje del estudioso, comunica cuanto lleva en su mente y en su corazón. Nos entrega, en cuatro capítulos de exquisita belleza y profundidad el tema: La infancia de Jesús.Presenta allí  cuanto faltaba exponer a sus discípulos, como profesor y como padre que comparte con sus hijos el acopio de saber acumulado en sus largos años. Habla de aspectos históricos, de enseñanzas y repercusiones de la presencia en medio de la familia humana de quien es verdadero Dios y verdadero hombre, Hijo de Dios e hijo de la Virgen María.

Lastimosamente, en el ámbito de quienes se empecinan en interpretaciones a su modo del mensaje cristiano, y acogen como buenos o malos aportes y explicaciones del mismo Papa según estén acordes o no a su manera de pensar, percibimos que ante este nuevo libro han sufrido decepción. Con solo mediana información sobre lo dicho por el Papa, personas como el P. Alfonso Llanoen su columna de El Tiempo (25-11-12) quiere inducir a los lectores a dar más crédito a sus mitificados oráculos de cabecera, que al Santo Padre y a la doctrina fundamentada en Concilios y en escritos de Doctores de la Iglesia, en donde se apoyan verdades de fe como la concepción virginal de Jesús en el seno de la joven María. Sufren estos estudiosos cuando el Papa no está de acuerdo con ellos, quedando entre aquellos que, por su “sabiduría”, no disfrutan de la alegría que da cuanto revela Dios (Mt. 11, 25) y enseñan sus legítimos mensajeros (Lc. 10,16). Da pesar que en lugar de gozar con el agua pura de reflexiones como los de nuestro Papa, sigan como gentes del tiempo de S. Pablo, que, no soportan la sana doctrina  “sino que arrastrados por sus propias pasiones se hacen un montón de maestros por el prurito  de novedades” (II Tim. 4,4).

Es cierto que en estos libros sobre Jesús el Papa no está hablando ex - cátedra, pero es de advertir que en algunos puntos transmite escuetamente la doctrina sostenida por la Iglesia, y aseverada como verdades de fe. Entonces, al no aceptarlos, no se está desoyendo al Profesor Ratzinger sino en oposición a lo enseñado por la Iglesia, lo cual implica, simple y llanamente “herejía”. Esto lo llamaba desde su tiempo el apologista Tertuliano (a. 155-220), “selección arbitraria de la doctrina sin tener en cuenta la común “regula fidei” de la Iglesia”, y Sto. Tomás lo califica de “infidelidad positiva” (S.Th. II-II q.11). Hay herejía cuando se afirma algo contra una verdad expresada en la Sagrada Escritura o en el Magisterio de la Iglesia, y El Código de Derecho Canónico la define como “negación pertinaz de una verdad que ha de creerse con fe divina y católica” (C. 751) Esa pertinaz negación está castigada en el mismo Derecho Canónico con “excomunión latae sententiae” (C. 1364), que, para sus efectos en el fuero externo, debe ser sentenciada por la autoridad competente (Obispo del lugar). Se señalan para el caso penas como suspensión del ejercicio de ministerios sagrados (C. 1336).

Algo que debe tenerse en claro es que los estudiosos de la Sagrada Escritura y de la Teología pueden adelantar investigaciones sobre el origen y bases de las verdaderas enseñadas y definidas por la Iglesia, y es una contribución a la  fidelidad a la verdad misma. Sin embargo,  sus investigaciones  han de adelantarse con máxima honestidad, y pueden ser presentadas en ambientes académicos, no en artículos  de prensa, como “hipótesis”, pero no como verdades ya aceptadas mientras no tengan acogida oficial por la legítima autoridad en la Iglesia. (Continuará en varias entregas).

monlibardoramirez@hotmail.com

*Presidente del Tribunal Ecco. Nacional