En la que los medios pronosticaban como la elección más apretada que se hubiese celebrado en Estados Unidos, ayer el país norteamericano eligió a quién regirá sus destinos por los siguientes cuatro años y que será honrado con el título del presidente número 47 de los Estados Unidos de América.
Estas elecciones no se trataron precisamente del enfrentamiento entre dos candidatos de distintas tendencias políticas. No. Estas elecciones trascendieron lo electoral, para referirse a la batalla por la civilización, a la disputa entre dos visiones del mundo muy distintas: Globalismo o Libertad. Nada más que eso. Nada menos que eso.
Está claro que, para muchos, ninguno de los dos candidatos representaba el modelo de líder que hubiesen querido elegir para llevar las riendas del país más importante de Occidente. Pero también está claro que lo que estaba en juego en estos comicios era tan trascendental para el mundo entero, que claramente habría que tragarse algún sapo en función de proteger el bien superior: la libertad
Los estadounidenses se convocaron masivamente a las urnas, en lo que en estas líneas quisiera describir como una procesión al “Monumento al hartazgo”. En ellos y en su decisión, cientos de miles de habitantes de este planeta que poco a poco nos hemos visto acorralados ante la dictadura de las minorías, el resentimiento, el discurso woke, y una tal deuda histórica de difícil comprensión para la razón, vimos también reflejados nuestro hastío.
¡Es que estamos hartos! Y estoy segura que mucha gente como usted, que me está leyendo en este momento, se suma sin titubeo alguno a ese grito de agotamiento.
Estamos hartos de que en esta inversión de valores que nos han impuesto, ahora nosotros resultamos siendo quienes llevamos el peso obligado, como en una condena por mandato divino, de una especie de vergüenza permanente por creer que lo bueno es bueno y que lo malo es malo. Estamos hartos de la narrativa woke que hace que sea imposible defender la vida, la libertad y la propiedad privada, frente aquellos agresores que se burlan de nosotros ante la complicidad de la justicia. Estamos hartos de un movimiento feminista extremo, que se auto adjudicó la vocería de las mujeres, sin representarnos, desdibujando el valor real de nuestra lucha y convirtiéndonos en un extraño colectivo homogéneo que sirve de plataforma para destilar veneno, vandalismo y agresiones, incluso a quiénes ni siquiera han nacido.
Estamos hartos de que detrás de discursos ambientalistas irresponsables y marketizados, que solo sirven para satisfacer afugias de organismos burocráticos y de uno que otro presidente socialista de algún país del mapamundi; el bienestar social, la estabilidad de las finanzas del Estado y los bolsillos de las familias, tengan que ceder en un silencio vergonzante. Estamos hartos de que los niños sean instrumentalizados y puestos en peligro para materializar los perversos intereses de la agenda progresista, incluso desconociendo la naturaleza misma. Estamos hartos de jueces que sirven dócilmente a los delincuentes y persigan a los patriotas. Estamos hartos de vivir acobardados por la inseguridad, mientras en los cómodos sillones de los organismos burocráticos se libra una cruzada mundial por la dignidad de los criminales. Estamos hartos de que la agenda globalista quiera oprimir los derechos de las mayorías, por satisfacer el revanchismo y resentimiento de unos pocos. Hartos estamos.
El señor Donald Trump fue elegido presidente no como un triunfo de las ideas republicanas contra las demócratas. Trump ganó en el colegio electoral, se impuso en Senado y Cámara, aplastó en el voto popular, triunfó en La Florida, y se multiplicó en el voto latino; todo como síntoma del agotamiento de miles de ciudadanos como usted o como yo, ante el deterioro de los valores que hoy enfrentamos.
Trump ganó, y aunque muchos no celebren su triunfo individual o tengamos reparos sobre sus condiciones personales, millones festejamos la reivindicación de la familia, la derrota de la agenda progresista y el triunfo de la libertad sobre la opresión.
Sea éste un presagio de lo que viene para Colombia.