Colombia permanece en reversa, a marcha forzada o estancada. Los caprichosos paros y las erráticas marchas afectan a los más pobres, y destruyen los escasos bienes públicos. Así, sus escasas victorias han sido pírricas.
Viven del cuento de la “marcha estudiantil” de 1989, que impulsó el plebiscito para convocar una asamblea constituyente. Disfuncional, continuamos habitando un Estado fallido, y los anacrónicos líderes de aquella gesta terminaron violando esa carta magna, abanderando al transfuguismo y consumiendo mermelada.
Hace 15 años, la movilización “contra las Farc” congregó a 6 millones de protestantes; previamente, Uribe había sido reelegido en primera vuelta, con 7.7 millones de votos y 55% de abstención. Sin embargo, fue aquella marcha lo que dividió al partido de oposición, el Polo, que prefirió concentrar sus ataques contra la parapolítica.
Luego de ser enterrada la segunda reelección, el sucesor captó la herencia y excluyó al albacea. Prometió suscribir acuerdos de paz con las Farc, tras haber desconocido “el tal paro agrario” que ha sustentado al “conflicto armado”, y el país volvió a paralizarse por las marchas detonadas, a favor y en contra, mientras el plebiscito defraudaba porque la abstención ascendía al 63%.
Aprovechando la polarización, el ELN pasó de agache y preparó la reactivación del paro armado contra su “narcompetencia”: las disidencias y las bacrim. Entretanto, la paliativa seguridad democrática dejó de ser costo-efectiva ante la persistencia de los problemas estructurales, la inseguridad socioeconómica y la incompetencia de Duque.
Devino el “estallido social” y, como si infiltrara cocaína, la Primera Línea trastornó a la capital, tras usar a las universidades públicas como trincheras. Eliminando de la segunda vuelta al establecimiento, con una abstención a la baja, por primera vez en nuestra historia la izquierda asumió la presidencia.
Sin embargo, no hubo “cambio”; la coalición es un fiasco, la desorientada oposición no hace ni deja hacer, los gremios advierten fugas de capitales, y los sindicatos amenazan con paros, que tampoco hacen la diferencia.
Supongo que usted rechaza las apologías a la trampa, la evasión y la actividad ilícita, además de las incontables excusas que la sevicia política, la violencia social y la incultura ciudadana ofrecen a los poderes públicos, privados y sin ánimo de lucro, para lavarse las manos o seguir malversando la riqueza y el potencial de Colombia.
Tras los recientes fracasos de las marchas convocadas por la derecha y Bolívar, los invito a usar camisa blanca el sábado 4-Feb-2023, como símbolo para neutralizar tantas “manchas”. Particularmente, me disculparé por quejarme tanto sin haber sido un mejor colombiano; en silencio, sin perturbar el orden público, la movilidad y la jornada de los demás ciudadanos, exigiré a los grupos armados que se desmovilicen, pues contribuyeron a degenerar al Estado.
Solicitaré al presidente que deje de improvisar, y abusar de los anuncios no verificados. Requeriré a los caudillos que dejen de refundar la Patria Boba, y a las ramas del poder que no sigan suplantando a nuestra república y constitución. Pediré a la MinMinas que renuncie, y rogaré que Polo encuentre algún polo a tierra.