Las encuestas miden el voto de opinión mientras las elecciones parlamentarias el de las maquinarias.
El país tiene a su alcance estos dos parámetros para calcular transitoriamente un virtual ganador en las presidenciales; sin embargo, de aquí al 27 de mayo el reacomodo político es un hecho e incluso, puede llegar a redireccionar e inclinar la balanza de manera diferente.
Obvio, en la segunda vuelta el acople de debe ser total.
Entre tanto, el triunfalismo de los partidarios de Duque, las incoherencias de Petro, las vaguedades de Fajardo, la serenidad y prudencia de La Calle y la audacia de Vargas Lleras son la carta de presentación de cada uno de los candidatos más opcionados, mientras las maquinarias se mueven inquietas.
En consecuencia, no son propiamente las encuestas las que hoy día dicen la última palabra, sino aquello de lo que sean capaces los jefes políticos en su afán por no quedarse por fuera del poder, así tengan que llevarse por delante al que sea.
"Aún es tiempo de replantear posiciones", decía un politiquero rancio, no importa si se hubiesen adquirido compromisos previos o no; "somos políticos y debemos quedar bien acomodados" agregó.
Algo semejante a lo que se tejía con el liberalismo disidente, luego de escoger a un candidato a quien a última ahora no querían apoyar. Impase hoy día aparentemente "superado".
Recordemos también, la advertencia que hizo Omar Yepes, jefe conservador de Caldas en su twitter, sobre las "movidas tras bambalinas de Santos" y sus posibles efectos próximos a darse; para no hablar del partido de la U y de su apoyo a Vargas Lleras; como de lo que estén pensando hacer las minorías del Congreso cuya colaboración sería determinante; e incluso, los aspirantes no electos que con sus votos también están en condiciones de negociar al mejor postor.
Vargas Lleras lleva mucho preparándose para ser Presidente, habiendo sido Concejal, Senador, Ministro, Vice presidente y contar con la maquinaria oficial para construir viviendas, vías, aeropuertos, etc.
Sembró para recoger ahora; además, de su intenso lobby con gobernadores y alcaldes, quienes comprometidos con su candidatura seguramente actuarán de lleno para cumplirle.
Eso sí, nos quedamos sin entender su alianza con Uribe y Pastrana, lo que es claro es que su proyección está centrada en la segunda vuelta, mientras la izquierda, que no es izquierda, da tumbos y la alianza de Fajardo y De la Calle, que hubiese dado un nuevo aire a la contienda prácticamente se esfumó.
Lo cierto es que en cuanto a guarismos electorales aún nada esta consumado.